Aunque sea una labor sin mucha importancia y que no me cuesta nada hacer, confeccionar cojines para los asientos que tengo en el porche y en el jardín se ha convertido en una tarea bastante frecuente y por eso me paso la vida buscando tejidos económicos y duraderos que me gusten y al mismo tiempo soporten las duras condiciones a las que se ven sometidos en el exterior. Así que las fundas de cojín deben ser, por supuesto, resistentes, lavables, fáciles de poner y quitar y con coloridos un poco adecuados para la función, aunque ya he probado de todo, desde liso hasta rayas, pasando por los estampados florales al estilo de las cretonas inglesas, que me encantan y, en la búsqueda de la solución perfecta, todos los años al llegar el verano vuelvo a verme en la necesidad de pensar en renovar cojines.
Desde las telas de rayas colchoneras de ikea, cretonas baratas, linos rústicos, lienzo moreno, hasta telas un poco más importantes y que a veces he pagado bastante caras, al final todas acaban de la misma manera y es imposible conseguir que duren más de un año porque la vida que les damos no permite que se mantengan bonitos más tiempo. Y no es solo porque pasamos la mayor parte del día fuera y se usan muchísimo, sino que además el sol los decolora, andan tirados por el suelo, a veces nos olvidamos de recogerlos y les cae un chubasco, los gatos de todo el pueblo vienen a veces a dormir a mi porche (es más confortable, supongo). En fin, que en cuanto llega el buen tiempo y "me traslado" al exterior, siempre descubro que los cojines del año anterior están hechos polvo y que no me apetecen nada y vuelta a empezar.
Este año estoy siendo muy ahorradora y hasta el momento he ido aprovechando telas que tenía guardadas de cosechas diferentes: primero hice los de mi sillón de coser y dormir la siesta con un lino precioso de Sanderson que había comprado en la liquidación de cierre de Gancedo, luego los de las tumbonas con un lino natural liso que había comprado hace tiempo en Lunares (Avilés) y ahora les toca el turno a las sillas de la mesa, que he solucionado con un muestrario de cretonas que me había regalado mi amiga Pilar, de Maison Decor Oviedo.
Desde que vi el muestrario, que ya lleva bastante tiempo en casa, tuve claro que acabaría en cojines y así ha sido, solo hubo que esperar el momento oportuno, que fue este inicio de verano y los cojines de la medida adecudada para los recortes que tenía, que son los de estas sillas. Así he podido aprovechar los cuatro coordinados del muestrario y sin desperdiciar ni un centímetro de tela.
Las muestras son cuatro versiones en distintos tonos (Rosa, malva, azul y rojo) de un mismo estampado floral y coordinados cada uno de ellos con unas rayas preciosas en los mismos tonos, así que no tuve mucho que discurrir: reuní cada flor con su raya a juego y "voilà!", cuatro cojines reversibles, todos diferentes pero todos iguales, perfectos para dar ese toque alegre que le va bien al verano y que contribuye a rodearme de flores que es lo que más me gusta del mundo y encima con rayas, que es otro de mis estampados preferidos y en este caso concreto, son la parte que más me gusta, las encuentro ideales.
En esta imagen se ven con más nitidez los tonos y la combinación tan bonita que hacen las cuatro rayas, me encanta este lado.
Como los retales de tela no alcanzaban para hacer la bolsa interior lo bastante profunda, decidí asegurar la abertura para evitar que se abra y me decanté por unos grandes botones "Natura" comprados en La Casina Roja, perfectos para el ambiente rústico y un poco salvaje de mi jardín y que además quedan preciosos sobre esas telas. Luego, cuando las fundas ya no sirvan, los quitaré para reutilizarlos, como es lógico.
De todos modos, han quedado tan bonitos que me apetece cuidarlos, a ver si esta vez consigo que duren más tiempo y no solo porque me gustan mucho sino porque tengo que agradecerle a Pilar este regalo tan precioso y la mejor manera es conservarlo todo el tiempo que pueda.
A veces las cosas más simples son las más acertadas y, como en este caso, el no poder elegir y solo ceñirse a lo que hay, ha resultado ser positivo, porque solo tuve que dejarme llevar de la combinación natural de las telas tal como venían y encima tenían el tamaño justo, o sea que el "coser y cantar" fue cosa de hora y media y eso porque la máquina no puede coser más deprisa que si no....
Lástima que la calidad de las fotos no sea muy buena, mi cámara estaba averiada y he utilizado una ya vieja que, obviamente, había sido justamente sustituída. No obstante, unos cojines no son una labor que requiera una imagen muy detallada, así que para hacerse una idea servirán.
Ahora, aunque la mañana amaneció muy oscura, está empezando a salir el sol, así que ha llegado la hora de salir a respirar y a dar unas puntadas mientras pasa la mañana.
Feliz fin de semana a todos.