Desde que empecé a asistir a clases de Patchwork me he esforzado por hacer cosas que me permitan aprender técnicas y trucos, maneras de trabajar que pueda usar después en muchas labores y al mismo tiempo aprovechar para perfeccionar mis conocimientos de costura y conocer los nuevos materiales o herramientas del patch que sirven para simplificar o perfeccionar el trabajo.
Con lo que no contaba es que asisto a clase en una tienda que es una auténtica pasada, por las personas que la atienden y por el amplísimo catálogo de productos que ofrecen y eso hace muy difícil escapar de las tentaciones, además de servir de estímulo e inspiración constante. Muchas ya sabeis que se trata de "Lunares", en Avilés, seguramente y sin exagerar, una de las mejores tiendas de patchwork que yo conozco y a la que ya acudía a comprar solo por gusto incluso mucho antes de pensar en hacer patchwork. Si visitais Asturias no dejeis de daros un paseo por allí: tanto Lunares como la propia Avilés os van a encantar.
Pues bien, hace unos días llegaron a la tienda, casi a la vez, un nuevo número de la revista "Simply vintage" (en la que además colaboran Marta e Inés) y una colección de franelas de la marca Moda con un tacto y un colorido que me hicieron gritar de emoción. Así que lo siguiente fue improvisar, buscar inmediatamente qué hacer para poder usarlas. Y la revista me dio la solución, un cojín precioso, con un aire country muy adecuado para la entrada de mi casa, donde un banco antiguo rústico lleva años esperando un almohadón a su medida.
Empecé rápidamente el trabajo, fácil y divertido, compuesto de aplicaciones a festón. Como base una tela de algodón también de Moda Fabrics, unas rayas en dos tonos de beige que me dieron el fondo perfecto para hacer destacar los diseños del aplicado.
Figuras simples, de formas suaves, recuerdan un campo de trigo y amapolas en el que dos grandes cuervos pasan el tiempo y buscan apaciblemente su comida. Las siluetas son grandes y sencillas, lo que facilita enormemente el trabajo que ha sido como un juego de niños. En realidad esta técnica me recuerda muchos de mis juegos infantiles, como las mariquitas de papel, recortar, pegar, coser,... y dejar correr el tiempo sin preocupaciones.
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Los colores de las franelas son cálidos pero sin estridencias, profundos, suaves, como los colores de la tierra y han dado un toque especial al conjunto que resulta precioso y muy discreto.
Para la trasera he elegido otra tela de Moda en un tono verde musgo muy oscuro con un estampado menudo en los mismos tonos (como siempre, el color con estas luces es una pena). Para cerrar le he puesto unos lacitos hechos con la misma tela.
Claro que un solo cojín, pese a ser bastante largo ( mide 45 x 95) no bastaba para cubrir todo el asiento, así que me vi obligada a hacer otro igual, pero en esta ocasión busqué en la revista otro motivo y me decidí finalmente por este ramillete de flores que tiene un estilo muy parecido, aunque un poco más sencillo.
Las mismas telas para la base y trasera, las mismas franelas y la misma técnica, con lo cual los dos cojines forman un conjunto armónico que le da mucha alegría al banco, que está que no se lo cree después de veinte años de desnudez.
Desde luego, el asiento de este banco es tan estrecho que cuando te sientas es imposible estar mucho rato, así que mis preciosos cojines no se estropearán demasiado por el uso.
En realidad su función principal será de adorno, así que también quedan bien si los coloco en vertical. Los encuentro muy graciosos y muy adecuados para este sitio.
Todos los bordados están hechos con perlés Valdani en tonos coordinados con los de las franelas. Me encanta trabajar con estos hilos y el surtido de colores es impresionante. Además son colores matizados lo que hace mucho más fácil que armonicen con cualquier tela.
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Poco a poco voy tomándole más afición al patchwork que tiene, para mi gusto, muchas cualidades para gustarme, si bien tiene una dificultad importante que no creo que se pueda superar solo yendo a clase. Esa dificultad está relacionada, sin duda, con la elección de las telas y de los diseños, aspecto fundamental que diferencia entre acabados bonitos o espantosos, según el caso. El tiempo me dirá si supero esa barrera o fracaso en el intento. Por el momento, creo que mis almohadones han quedado bonitos, pero esta vez era fácil porque los colores de las franelas no dejan espacio a la equivocación.
Ahora a por otra tarea, veremos qué surge mañana.