COSTURERO "LOOSE FEATHERS"
Creo recordar que empecé este bordado allá por la primavera o quizá a principio del verano, al poco tiempo de que abriera sus puertas virtuales la tienda de mi amiga Nuria, "La Casina roja". Era la primera vez que yo oía hablar de los "Loose Feathers", bordados por etapas de la casa Blackbird Designs que muchas de vosotras ya conocíais desde muchos años atrás y me lancé a empezarlo fiándome del buen criterio de Nuria que selecciona con exquisito gusto los productos que vende en su tienda.
Ya cuando acabé la primera de las tres etapas de este modelo estaba fascinada con él y esperé ansiosa la llegada de la segunda y tercera entregas hasta completar, más rápidamente de lo que acostumbro, el motivo en su totalidad. Pese a todo, os confieso que en la segunta etapa, la correspondiente al otoño, tuve un pequeño "pinchazo" porque no me gustaba demasiado y llegué a plantearme la posibilidad de cambiar alguna cosa del diseño, aunque no fui capaz de encontrar ninguna solución aceptable y finalmente me limité a terminarlo como estaba previsto. Ahora me alegro de haberlo hecho porque visto en conjunto resulta realmente precioso, elegante, cálido, un diseño impecable de verdad.
Bordado en lino Belfast de Zweigart, en color blanco antiguo, con hilos de algodón Gentle Art y Crescent Colors en los tonos indicados por el modelo, se trata de un alfabeto que rodea una escena natural dividida en tres campos que representan a las estaciones, verano, otoño e invierno, con elementos característicos de cada una de ellas.
La poinsetia, símbolo por excelencia de la Navidad, corona el fragmento dedicado al invierno. El colorido matizado de estos hilos entrega siempre resultados de una riqueza incomparable. Me encanta bordar con ellos.
Desde que he retomado mi afición al punto de cruz, una de mis principales preocupaciones (bueno, la palabra es excesiva, digamos mejor motivos para discurrir), que estoy segura comparto con muchas de vosotras, es qué hacer con esos bordados, grandes o pequeños, una vez terminados y es que llega un momento en que no apetece llenar las paredes de cuadros sin ton ni son, solo por seguir practicando este hobby maravilloso que tantos ratos placenteros y relajantes nos proporciona. Así que, cuando empecé esta obra empecé a barajar algunas opciones que, dado el tamaño, siempre pasaban por bolsa o costurero aunque sin llegar a concretar.
Esto que veis es dos cosas: es una bolsa y también es un costurero, ¿entendeis por dónde voy? Un modelo de costurero que con pocas variantes existe o ha existido en un porcentaje importante de casas de este país. La estructura, una tijera de madera de haya, no puede ser más simple: unos simples listones redondos comprados en un almacén de bricolaje, unos agujeros, un poco de cola y unos tornillos de ensamblar, aderezado todo ello con mucho atrevimiento y una mano de barniz. La bolsa, una tela de lino rústico, muy, muy vieja, resto de una sábana que tendrá fácilmente 100 años sin exagerar y que se ha conservado estupendamente, con algunas manchas, algunos pequeños rotos, pero maravillosa. Por dentro, una tela de algodón en un discreto tono granate con diminuto estampado blanco, apenas unas motitas.Y vista así, ya me gustaría como costurero para tenerlo al lado en cualquier lugar.
¿Vais comprendiendo?, es una bolsa y es un costurero....es el costurero cuya bolsa se completa con mi "Loose Feathers", que simplemente cosí sobre el lino viejo para que ambos salgan ganando.
Por suerte para mí, mi amiga Rosa (que ya conocéis de otras aventuras de este blog), también hizo este bordado al mismo tiempo que yo y era ella la que tenía un costurero idéntico a este desde hace muchos años; fue ella quien tuvo la idea de adaptar nuestro bordado a ese artilugio y, una vez hechas las pruebas pertinentes y comprobado que el tamaño era casi perfecto, nos pusimos manos a la obra.
Para que me conozcáis un poco mejor os diré que yo no soy creativa en absoluto pero, a cambio, soy la mejor copista del mundo, es decir, si algo existe y yo puedo verlo, es casi seguro que puedo "fusilarlo", con fallos, con algunas trampas casi siempre, pero con apariencia aceptable. Y con la ayuda de Leroy Merlin y mi experiencia brico-chapucera, eso es lo que hice: copiar la estructura del costurero de Rosa y hacerme uno igual.
Os aseguro que eso no fue lo difícil, porque en apenas una hora estaba ya armado y lijado y aunque tiene varios fallitos, "da el pego" de forma espectacular. Lo verdaderamente complicado fue el "corte y confección", discurrir la forma de hacer la bolsa desmontable, porque el original tenía una bolsa fija, que no se podía separar de la estructura y eso no nos apetecía puesto que nuestro precioso bordado debe poder limpiarse de vez en cuando y mantenerlo en perfecto estado mucho tiempo. La solución final fue una tira de velcro alrededor de los listones superiores y una cremallera desmontable en la parte inferior, es un poco más difícil de ajustar pero cumple el propósito que se buscaba conservando además la misma forma y tamaño de bolsa.
El modelo es muy cómodo, porque en un tamaño discreto y una forma perfectamente adaptable a cualquier rincón al lado de un sofá, consigue una capacidad enorme para tener al lado y sin incordios toda nuestra labor.
Las dimensiones finales son 45 cm. de largo, 36 cm de alto y 22 cm de fondo, manejable y además plegable, fácil de recoger y guardar. Claro que ha quedado tan bonito que ¡quién quiere esconderlo!, al contrario, se va a pasar la vida en medio del salón para que se vea bien.
Y para conservar al máximo las posibilidades del bordado, no le hemos cortado ni un cm. de margen ni lo hemos usado como parte de la estructura de la bolsa, sino que va cosido encima de ella; así, si un día queremos aprovecharlo para otro uso, bastará descoserlo y lo tendremos íntegro, márgenes incluidos y sin los típicos rotos producidos por tirones en las costuras. Además, la bolsa quedaría también íntegra, con lo cual podría seguir usándose, llegado el caso. Pero para eso falta mucho tiempo, ahora voy a disfrutarlo así.
A veces merece la pena tomarse un tiempo para dar una vida alternativa a las cosas y no conformarse con guardarlas en un cajón. A mí eso me da pena porque me encariño con los bordados mientras los hago y luego me gusta seguir viéndolos, por eso siempre estoy pensando utilidades para ellos. Esta me ha parecido maravillosa y tanto Rosa como yo estamos felices con nuestros "gemelitos", protagonistas de honor al lado de la butaca.
Espero que os haya gustado la idea y sobre todo, que os sirva de inspiración para seguir buscando salidas a las maravillas que muchas tendreis guardadas por algún sitio. Feliz semana.