De vez en cuando es hasta higiénico cambiar de actividad, sí, tomarse "tiempo sabático" no sólo es necesario y altamente saludable en el curso de la vida profesional, aunque casi nunca lo hagamos, sino incluso en las actividades de ocio, para no caer en el aburrimiento y el agotamiento por repetición y yo, que soy culo inquieto en todas mis actividades, disfruto cambiando de ocupación continuamente, incluso si en mis devaneos por unas y otras especialidades obtengo resultados poco correctos, debido sobre todo a que actúo casi siempre por libre, de forma autodidacta y sin demasiada preparación previa. No lo hago por desconsideración a quienes son expertos especialistas en cualquier campo de los que abordo, ni mucho menos, en realidad admiro profundamente las cosas bien hechas y a la gente que es capaz de hacerlas, disfruto viendo cosas pulcramente realizadas. Pero cuando hago cosas para mí, pensando que nadie más las verá, me atrevo a imitar todo lo que me gusta, aún siendo consciente de mis limitaciones.
Por esta vez he vuelto a la encuadernación, una afición que ya había probado antes, en ocasiones para mí y otras veces jugando con mis alumnas y alumnos a hacer más atractivos los libros de relatos que escribíamos colectivamente o las áridas libretas de Matemáticas. El caso es que siempre me ha gustado mucho, pero nunca he tenido ocasión de aprender técnicas adecuadas, así que me guío por la intuición y poco más.
Hacía ya tiempo que tenía muchas ganas de confeccionar unos álbumes de fotos donde ir ordenando una selección de las mejores imágenes de mis nietos para poder disfrutar de vez en cuando mirándolas y también con idea de regalárselas cuando sean mayores ( o dejárselos en herencia). La fotografía fue una de mis aficiones de juventud, casi abandonada después durante años y recuperada en parte por la necesidad de alimentar mi blog y, en mayor medida, con la llegada de mis nietos, a los que como todo el mundo, hacemos miles de retratos, hasta que nos odian y ponen mala cara en cuanto nos ven con la cámara
Es cada vez más fácil hacer muchísimas fotos y sobre todo más barato, pero claro, otra cosa es disfrutarlas, porque almacenadas en el ordenador acaban siendo olvidadas en sus carpetitas y nunca encuentra una el momento de sentarse a verlas. Aparte de que si viene una visita o tu cuñada quiere ver a los niños, no la vas a sentar delante del ordenador. De ahí la idea de ir imprimiendo una selección de las mejores y reunirlas por momentos o acontecimientos en álbumes hechos a la medida.
Para no alejarme mucho de mis otras aficiones, he decidido utilizar algunos motivos pequeñitos de punto de cruz para decorar las portadas de algunos álbumes, como en esta primera prueba, en la que he utilizado un pequeño diseño de Blackbird Designs, bordado sobre lino Newcastle teñido por mí con té y que al ser un lino de trama muy fina resulta una viñeta de tamaño perfecto para este uso, unos 9 x 8 cm, que he montado en una ventana cortada en el centro de la tapa.
En la confección de este álbum he utilizado además un papel de estampado marmolado que siempre me traen de Roma o Florencia (en Roma "Cartoleria Pantheon" o "Il Papiro"; en Florencia "Il Papiro") y que reservo precisamente para trabajos de este tipo, me encantan.
Mezclado con papel entelado en tono coordinado que uso para los lomos, da un acabado precioso, muy vintage al tiempo que alegre y elegante. En este caso he elegido los tonos Burdeos, que me van perfectos para el bordado utilizado.
El otro álbum, que no lleva bordado, está forrado con papel estampado en colas de pavo real, también de Cartoleria Pantheon, uno de mis diseños preferidos, siempre resulta espectacular.
Todos estos papeles son estampados a mano y en una de mis visitas a "Il Papiro", en Roma, tuve la suerte de que el propietario y artesano creador me hiciera una demostración práctica del método de estampación y me regalara un montón de pruebas que aproveché después para hacer libros especiales con mis alumnos.
Si alguien está interesado, Il Papiro vende online y el precio de cada hoja 50x70 es de unos 20 €
Las hojas interiores son simples cartulinas negras, cortadas en tamaño A4; podría usarse cualquier color pero, en mi opinión, el negro hace destacar más que ningún otro los colores de las fotografías, que imprimo en formato 11x15 y con brillo, mi preferido
El método de encuadernación, que yo llamo con mucho atrevimiento "a la japonesa", es muy sencillo, cosido a la vista con hilo de lino rústico y grueso, que ofrece un aspecto muy atractivo al tiempo que permite un uso muy cómodo del álbum, porque las tapas se articulan muy bien y dejan abrir perfectamente las hojas.
Al ser hechos por mí puedo decidir cuantas páginas deseo incluir, dependiendo de cuántas fotos quiero colocar, así que cada uno es diferente y hecho a la medida de un evento concreto: un cumpleaños, un día de playa, un momento de juegos con algo especial, aunque siempre añado alguna hoja de más por si surge cualquier cosa.
Ahora estoy preparando algunos bordados más para seguir fabricando nuevos álbumes y quizá me anime en una próxima ocasión a preparar un tutorial por si alguien tiene interés en conocer mis trucos, aunque sería mejor seguir a alguien más experto.
