THE COUNTRY LIFE (SAL ABECEDARIAN, VII)
Como cada día 25, una nueva etapa del SAL "Abecedarian series" ve la luz y nos ofrece otra oportunidad para disfrutar bordando en compañía de tantos amigos y amigas mientras vamos viendo cómo se enriquece esta colección que a cada nuevo modelo nos sorprende un poco más si cabe.
En esta ocasión el título es bastante explícito, "The country life" (La vida en el campo) y encaja perfectamente con los motivos que componen la escena, una armonía de elementos vegetales y animales en la que la casita sencilla con sus enredaderas y el prado sembrado de flores describen con claridad lo que casi todos identificamos con la vida campestre.
La primera vez que vi el modelo me puse un poco nerviosa y hasta me irrité ligeramente, porque me molestan muchísimo los diseños en los que hay mucho relleno de puntadas, como es el caso de este prado, así que, en contra de lo que es habitual en mí, lo tuve arrinconado sin decidirme a empezarlo hasta que ya no me quedó más remedio porque el tiempo se me echaba encima. Cuando por fin me decidí a empezarlo, pronto surgieron más dudas, de un lado porque el color de la hierba me parecía demasiado pardo y, de otro lado, porque la abundancia de motivos esparcidos por el campo me resultaba excesiva pero me daba pereza cambiarlo porque, lógicamente, al quitar cosas habría que redistribuir las demás y eso exigía dibujar de nuevo todo el gráfico de la parte inferior. Así que, entre unas cosas y otras, me ha costado muchísimo arrancar y he tenido que terminarlo haciendo horas extraordinarias estos últimos días.
Después de meditarlo mucho, fue finalmente la elección de la dedicatoria lo que me dio el impulso y la inspiración necesarios para saber qué cambios hacer en favor de mi elección. Poco a poco una idea muy fuerte se fue abriendo paso en mi cabeza a impulsos de mi corazón porque, mientras escudriñaba en mis recuerdos en busca de la persona a quien dedicar esta vez el abecedario, tanto el dibujo como el título me empujaban en una dirección inequívoca: la vida en el campo, vivir el campo, la vida de campo, es decir, mi vida en esta casa, la que yo he elegido, la que me llena verdaderamente, la que me hace estar en paz y me da la energía necesaria para reinventarme cada día. Por eso he decidido dedicar este nuevo abecedario a mi casa, mi jardín, mi querido perro Antón (muerto hace dos años), las cosas que, junto a mi familia y amigos, componen el mapa de mi felicidad.
Si os fijáis en la imagen, pese a estar poco clara, se aprecian bien los cambios que os comentaba: he eliminado bastantes motivos que no decían nada dentro de mi historia y he reorganizado el resto para distribuir mejor el espacio, reservando un lugar especial para el gran Antón, al que he dibujado en una pose que le describe muy bien, en medio del prado con la nariz levemente alta, olisqueando, controlando todo lo que se movía alrededor y quizá disfrutando el aroma y el colorido de las rosas, también protagonistas importantes de este bucólico escenario.
"Para hacer realidad un sueño, solo hace falta una cosa: tenerlo"
No es mía la cita y no recuerdo a quién se la tomé prestada, pero vivo con ella desde hace décadas y creo en ella firmemente, de hecho se la repetía muchas veces a mis alumnos y alumnas intentando convencerles de la verdad enorme que encierra esa frase, aunque no estoy muy segura de que me hayan hecho caso, como es natural.
Yo siempre tengo muchos sueños, sueños pequeños y sueños importantes, sueños de esos que hacen sonreir y sueños de los que merecen el esfuerzo de vivir y quizá porque he vivido muchos años, he visto cumplirse algunos de ellos. Algunos han venido fácil, casi sin sentir, otros han costado más tiempo y más esfuerzo, pero también han llegado a hacerse realidad. Pero entendedme: si no los hubiera tenido, nunca se habrían cumplido, por mucho que me hubiera esforzado, ¿o no?
Tuve un sueño desde niña, lo alimenté durante cuarenta años, viajé con él en mi maleta, lo guardé entre las páginas de mil libros, lo saboreé despacio entre bocados de pan y gajos de naranja, lo dibujé de mil maneras en mi cabeza, lo nombré con palabras silenciosas que poblaron ratos de soledad y caminé hacia él por senderos muchas veces empinados y otras tantas pedregosos. Fue un camino largo, pero lo entretuve con realidades y otros sueños importantes, con desdichas enormes y alegrías aún mayores y, como pasa tantas veces, al final se me hizo corto.
Vine del pueblo a la ciudad cuando tenía tan solo 7 años, mis padres me trajeron, como tantas otras familias, en busca de una vida mejor, pero para mí la vida solo era mejor cuando volvía en vacaciones a mi pueblo, a casa de mis abuelos, a correr por el campo y por el monte, a meter los pies en el río, al olor de la hierba y al sabor de la fruta cogida en cualquier huerto, al tacto de los muebles encerados y al calor de la cocina de leña.
Siempre soñé volver al pueblo y aunque eso no fue posible del todo, he llegado tan cerca como pude y por eso creo que mi sueño se ha cumplido. No llevo cuenta de los trabajos y los sufrimientos que me ha costado conseguirlo porque me siento recompensada con cada minuto que puedo pasar en este lugar y espero que la vida me deje disfrutarlo hasta mi último día y conservarlo para que mis nietos lo disfruten como su "casa de la abuela".
Aquí soy feliz y aquí espero que puedan ser felices todas las personas que yo quiero, con eso el sueño quedará definitivamente conseguido.
1992 fue un año muy sonado en la historia reciente de este país y además fue bisiesto, pero para mí fue importante porque es el año en que hice esta casa: la empecé en Enero y en el fin de semana del 1 de Noviembre, bajo un temporal de lluvia y viento, hicimos la mudanza con ayuda de mis mejores amigos y sus coches. Ni siquiera me alcanzó para un camión de mudanzas, pero lo recuerdo como un momento emocionante, divertido, entrañable, como lo son muchas anécdotas relacionadas con esta casa.
Por eso en la dedicatoria he puesto el nombre de este lugar y el año en que mis hijas y yo nos vinimos a vivir aquí. Sé que para ellas también esta es "su casa" y vuelven a ella siempre que pueden.
Para bordar este modelo he utilizado lino Belfast teñido con té y los hilos recomendados por la diseñadora, salvo en el motivo del perro que he bordado en el color real de su pelo aunque desentona un poco con el resto de colores cálidos y otoñales propuestos.
Me ha encantado hacer este bordado ahora que la primavera empieza a reventar de flores y así poder aprovechar para incluirlas en las fotos porque no hay nada que me guste más que disfrutar de ellas (ni siquiera bordar me gusta tanto como trabajar el jardín).
Fijaos en el cambiante color del hilo "Old Hickory" usado para la hierba; me pareció feo cuando empecé a bordarlo y estuve tentada de cambiarlo; sin embargo ahora lo encuentro precioso, tan lleno de matices que parece de verdad una pradera de final de verano, cuando las hierbas empiezan a secarse y hace destacar con mucha suavidad todos los demás motivos.
Un diseño maravilloso que me ha costado mucho hacer pero que a cambio me ha despertado cantidad de recuerdos y me da mucha alegría verlo terminado. Estoy segura de que os encantará como a mí.