Cuando hace algo más de un año os invité a este viaje que hoy llega a su fin, no imaginaba ni en lo más remoto de mi cabeza la enorme repercusión que mi invitación iba a alcanzar y tampoco la verdadera trascendencia que el compromiso adquirido con tantas personas iba a tener para mi propia autoestima y para mi eterna incapacidad para perseverar en la realización de proyectos muy largos. Os parecerá una exageración, pero este proyecto me ha cambiado muchas cosas y la más importante de ellas es haber sido capaz de acabar algo que, visto desde ahora, era una tarea enorme y me admira que hayamos llegado hasta aquí.
Os presento la última hoja de este libro textil, el "libro gordo del bordado", que he terminado gracias a vuestro impulso y que, ahora que está completo, cuanto más lo miro más me gusta. Es precioso, es útil, es rico, es intemporal, es elegante y así hasta mil y un adjetivos merece este paseo por el bordado y por el tiempo que conservaremos en forma de libro y que nos recordará el año en que aprendimos a bordar juntas, regalándonos amistad y confianza a partes iguales.
Este es el libro, casi a punto para encuadernarse y pasar a formar parte de la historia de nuestra vida. Yo no sé para vosotras, pero para mí esta no ha sido una labor cualquiera, más bien diría que es una obra única, que me ha exigido tanto y me ha dado tanto como ninguna otra de mis aficiones ha hecho antes. Y os doy las gracias, porque vuestro entusiasmo, vuestra confianza y vuestra constante atención me han hecho llegar hasta este día con esta maravilla ante mí.
Porque vosotras no lo sabéis, pero yo sí. Yo sé que si no hubiera sido por ese compromiso que me ató a vosotras, yo sola no habría terminado nunca este proyecto. Os lo aseguro, porque es muy largo, porque exige mucho trabajo y dedicación, porque no me servía hacerlo regular, porque no podía pedir aplazamientos, porque cada mes tenía una cita y una obligación y porque a veces me apetecía abandonar y dedicarme a otras cosas.
Reconozco que me ha costado mucho, que ha habido momentos en que deseaba no haber empezado, en que las ideas no llegaban y las pruebas no salían y en que me aterraba la idea de que cientos de personas esperaran algo de mí y que yo no estuviera a la altura de sus expectativas. El miedo escénico incluso dentro de las paredes de mi casa y a solas: es el milagro de internet, no os veo, pero estáis ahí y sé que me veis y que esperáis de mí lo mejor y eso pone mucha, pero mucha presión.
A veces he tenido pesadillas y me he despertado creyendo que se había pasado el día 15 y yo no había publicado el artículo que tanta gente estaba esperando. Ahora mismo es ya día 15 y aún estoy, apresurada, preparándolo todo para nuestra cita. ¿Llegaré a tiempo?, espero que sí y espero que abrir el correo en este domingo especial os dé un poco de alegría.
Además de mis reflexiones, hoy os presento la última etapa, esta hoja sencilla pero no por ello más fácil, que pone el broche de oro a este camino compartido en el que hemos aprendido mucho del bordado y también de nosotras mismas.
Esta nueva y última hoja cierra el libro y el capítulo con una propuesta diferente que, solo por esta vez, deja a un lado el modelo sugerido por Marie en su libro y hace un guiño a los modelos más tradicionales del bordado blanco con un diseño inspirado en una toalla de mi abuela que yo recuerdo con mucho cariño pero que desgraciadamente ya no tengo para copiarlo tal como era.
He alterado los colores de esta fotografía para que se vea mejor el motivo en su conjunto. En primer lugar dejadme que os cuente el por qué de este cambio tan radical. Yo buscaba la manera de personalizar un poco el libro en esta última página y empecé por pensar en una letra sola, más historiada y barroca , pero haciendo pruebas recordé el motivo del medallón y entonces lo tuve claro porque ahí era fácil enmarcar la inicial de cada persona y así conseguir que cada libro tuviera su pequeño sello distintivo.
Obviamente, que yo haya elegido este diseño no significa que todo el mundo deba hacerlo; el modelo propuesto por Marie está perfectamente dibujado y explicado en el libro y podéis elegir libremente el que os apetezca más de los dos.
Como os comento en el tutorial, las diferencias no son en realidad tan profundas como parece; de hecho, en cuanto me decidí por el diseño de medallón y tracé las líneas básicas, lo que hice fue tomar los motivos del diseño de Marie y colocarlos en mi dibujo de manera que formaran el medallón; así el modelo es distinto, pero los puntos a bordar son los mismos y por tanto podemos aprovechar las mismas explicaciones.
Superada la fase de las ideas y alcanzada la decisión de bordar este motivo, vino la frustrante comprobación de que el bordado "a realce" y sus exigencias técnicas son palabras mayores para alguien que apenas ha tenido antes contacto con esta especialidad. Yo ya no tengo ni el pulso, ni la vista, ni los conocimientos, ni la paciencia, para hacer bodoques perfectamente redondos o cordoncillos perfectamente rectos. Y, obviamente, tampoco conozco ninguno de los trucos elementales que permiten alcanzar resultados más aceptables.
No obstante, esos no son los únicos inconvenientes que las bordadoras inexpertas como yo os vais a encontrar, porque a todas esas dificultades hay que añadir una, la más importante en realidad, que es la tela que nosotras usamos y que no es la adecuada para este tipo de bordado, porque es una tela pensada para el punto de cruz y tanto su trama como su textura ponen muchos obstáculos a las diminutas puntaditas necesarias para que el realce quede perfecto.
Esto en sí, al tiempo que un inconveniente, es también una excusa, justo la que yo necesitaba para no preocuparme por el acabado final de mi preciosísimo medallón y por eso, cuando lo miro lo veo estupendo. Vamos, que está todo lo bien que yo podía hacerlo y por eso no puedo pedirme más.
Como os digo siempre, lo importante es la impresión final y vista así, sin mucho zoom, se ve preciosa. Me encanta ese finísimo contraste entre la "tosquedad" de la tela, tan rústica y natural y la deslumbrante delicadeza del blanco y el sedoso tacto del bordado. No dejéis de probar a pasar los dedos sobre los bordados con los ojos cerrados, es una impresión táctil deliciosa.
A la última página ya no le queda más que cerrar el libro, así que le he dado una composición muy simple para recoger los créditos fundamentales de la obra: el título, el nombre y la fecha de realización. Suficiente para que dentro de 100 años nuestros bisnietos nos recuerden incluso si no nos han conocido.
El trabajo más duro está hecho, ya solo queda envolverlo dignamente y luego disfrutarlo. El próximo día 15 os enviaré las instrucciones para hacer las tapas y encuadernarlo y también os propondré un modelo de bolsa para guardarlo a salvo del polvo y del tiempo.
Y si alguna siente nostalgia porque esto toca a su fin, que piense que quizá ya se me está ocurriendo otra nueva y feliz idea con que matar otro montón de ratos libres... ¡Chicas, permanezcan atentas!
Mientras tanto, no dejéis de bordar, pero solo si os hace felices.
Feliz domingo y feliz entrada de otoño