SAL "ABECEDARIAN SERIES" VIII- MY FRIEND'S HOUSE
"El mejor adorno de una casa son los amigos que la frecuentan".
Esta es mi traducción libre del texto al que hace referencia el título de este nuevo modelo de la colección "Abecedarian Series", el octavo, camino ya de la recta final de este proyecto bordado en comunidad a distancia.
Una nueva ocasión para bordar un abecedario precioso y una sentencia que comparto sin reservas, porque en esta galería de la memoria sentimental en la que he convertido a estos bordados, el espacio destinado a mis amigos debe estar a la altura de los grandes amores.
Yo no he sido nunca una buena amiga en el sentido amplio del término y ofrecerme amistad ha sido siempre un ejercicio de generosidad al límite porque, si bien mi corazón se entrega con fuerza y mis sentimientos no dejan un resquicio a la duda, me ha faltado ofrecer a mis amigos más presencia física, dedicarles más tiempo y estar más disponible en todo momento, pero me he dejado arrastrar por la fácil excusa de estar muy ocupada y sin tiempo para nada, así que casi he llegado a ser, en muchos casos, la "amiga imaginaria".
Pese a todo, a lo largo de mi vida he tenido la fortuna de disfrutar de la amistad de personas extraordinarias, que han acompañado mis pasos y me han querido por encima de mis gruñidos, mis distancias y de mis ausencias. Para todos ellos, incluso aquellos a los que hace años que no veo, mi cariño y gratitud siguen intactos y hoy les dedico este recuerdo.
No hubiera sido posible bordar las iniciales de todos ellos y ellas para homenajearlos pero me he recreado rememorando cada vivencia compartida mientras estos días bordaba este diseño y abrazaba mentalmente a cada uno y a cada una, porque todos merecen un lugar muy importante en mi corazón.
Todos no pueden estar, pero los que están nunca podrían faltar, porque sin ellos los últimos treinta años no habrían sido lo mismo o, en cualquier caso, habrían sido mucho peores y, después de la fortuna de haberlos conocido, espero que la vida me conceda seguir teniéndolos cerca todo el tiempo que nos quede.
Carmen, Jose y Rosa, cuyas sencillas iniciales aparecen bordadas sobre las casitas, representan para mí el compendio de todas las cualidades que valoro en los seres humanos y que parecen tan escasas hoy en día: inteligencia, honestidad, coherencia, coraje, generosidad, brillantez, humildad, capacidad de trabajo y por encima de todo, una inquebrantable bondad.
Se dice siempre que al trabajo no se va a hacer amigos pero yo me los encontré allí y el destino quiso que pudiéramos congeniar, compartir inquietudes, ideas y proyectos e implicarnos, siempre juntos, siempre unidos, como antiguos pioneros, en la búsqueda de todo lo que nos pareciera innovador para mejorar nuestro trabajo. Fueron muchos, muchísimos años de entrega y dedicación, de enormes esfuerzos compartidos, en los que los desacuerdos siempre fueron superados por el respeto y por las ganas de entendernos y en los que soñamos juntos que podíamos cambiar el mundo.
Yo empecé por respetarlos, no podía ser de otra manera tratándose de enormes profesionales, para enseguida admirarlos y a continuación decidir que quería parecerme a ellos. Fueron primero las coincidencias profesionales y el apoyo incondicional que siempre me prestaron en todas las circunstancias lo que me unió a ellos, pero las cualidades personales que les desbordan me ganaron muy pronto el corazón y poco a poco, desde esa confianza y esa coincidencia intelectual nacieron lazos de afecto que, para mí, no difieren en nada de los que me unen a las personas de mi familia; hoy, ellos tres son parte de mi vida como lo son mis hijas o mis hermanos y me atrevería a decir que, por la proximidad en la que hemos vivido durante tantos años, me conocen incluso mejor que mi familia.
De ellos he aprendido todo lo bueno que he podido llegar a ser profesionalmente y también gracias a ellos he aprendido a ser mejor persona; juntos hemos viajado, comido, bebido, cantado, nos hemos reído y hemos trabajado miles de horas nunca pagadas, nunca agradecidas, hemos organizado fiestas y hemos ganado concursos educativos. Y también con ellos y gracias a ellos he superado momentos trágicos e innumerables fracasos, siempre a mi lado, colmándome de atenciones y cariño.
Si he tenido éxitos (que en gran parte son suyos), los han ensalzado como si fueran solo míos y cuando he metido la pata han sabido disculparme con suprema elegancia, la misma con que han soportado sin una queja mis estallidos de cólera, mis intransigencias, mis impulsos descontrolados y mis paranoias; la misma con que han secundado y apoyado cuantas aventuras y desventuras he decidido emprender en una época en que, como decían mis hijas, "me metía hasta en los charcos".
NUNCA es una palabra muy grande, muy rotunda, pero no tengo otra en este momento para hablar de su calidad humana: porque nunca en treinta años (alguno menos en el caso de Rosa, que llegó más tarde) he podido ver un solo gesto de enfado o de flaqueza, nunca una mala palabra, nunca una discusión ha durado más allá del instante en que se ha producido, nunca nos hemos despedido enfadados, nunca hemos dejado de hablarnos ni de querernos, nunca me he sentido sola y mira que yo he hecho merecimientos para que me enviaran directamente a freir espárragos.
Por eso, ahora que aún podemos contarlo, tenía que dejar constancia de esta maravillosa historia y tenía que decir a mis amigos que los quiero y que espero que no me falten nunca porque los echo de menos cada día que paso sin verlos.
Así, con este sencillo bordado que algún día quizá me dará calor en días como éste, los coloco en el lugar que se merecen, entre mis seres más queridos.
Este precioso diseño está bordado, como todos los anteriores, sobre lino Belfast blanco teñido con té ligero y usando los hilos recomendados por la diseñadora, una perfecta armonía de tonos otoñales cálidos y suaves que me recuerda muchísimo a la colección de telas "Antique Fair", también diseñada por el equipo Blackbird y con la que he hecho el quilt con el que siempre me envuelvo en mi sillón de costura y el que me arropa en mi cama.
Hasta ahora he hecho pruebas de color y de formato de montaje para la confección de la manta que proyecto hacer con estos abecedarios, pero aún no he empezado a coser definitivamente los bloques a la espera de decidir la forma más simple de hacerlo de manera que, sin perder en calidad y en apariencia, el trabajo sea asequible a la mayor cantidad de personas posible, teniendo en cuenta que algunas de las personas participantes pudieran no ser expertas en temas de costura o no tener máquina de coser y cosas así. Pero creo que pronto podré ir enseñando detalles para que os vayais haciendo una idea.
El tiempo pasa tan deprisa que casi se me hace imposible que ya hayamos llegado hasta aquí, pero la verdad es que estos abecedarios son tan encantadores de bordar que casi estamos deseando que pase rápido el mes para poder hacer el siguiente; todos son tan bonitos, tan diferentes entre sí, que una no se cansa. Solo espero que mi idea de la manta esté finalmente a la altura de esta colección.
Muchas de las participantes en el SAL estáis incluso más adelantadas que yo, así que no puedo más que deciros que sigáis con esa fuerza adelante. Y para las demás, este artículo representa el comienzo de esta etapa, la octava, aunque todas las situaciones tienen cabida en este SAL sin ninguna limitación. Para mí es tan válido ir al día como estar intentando hacer la primera etapa, cada uno tiene que adaptarse a su circunstancia y disfrutar de los hobbies sin presiones.
Así que ánimo a todas y feliz etapa.