ROSAL
Al fin, el rosal de Sayo llegó a casa y ayer me pasé toda la tarde buscándole un sitio ideal. Después de valorar todas las posibilidades, me decidí por la jardinera de la terraza de la cocina, donde comemos todos los días en el buen tiempo y donde podré disfrutar de cerca su delicioso aroma y guiarlo pared arriba en cuanto empiece a crecer.
Antes de plantarlo preparamos bien la tierra con una buena cantidad de compost y tierra de bosque con mucho humus; luego le di una poda ligera para eliminar algunas ramitas demasiado débiles y lo pulvericé con un insecticida polivalente porque estaba bastante mordido por las orugas.
Estoy segura de que se encontrará muy bien en este rincón luminoso y protegido junto al jazmín y las fucsias.
En enero le daremos otro corte para que ramifique desde abajo y el próximo verano volveré a contar sus progresos.