Mucho antes de pensar en asistir a clases de patchwork ya me encantaba visitar tiendas especializadas y buscar referencias por internet, porque el mundo de las telas me ha fascinado desde siempre. Aunque sea en esos almacenes de telas al peso o de retales baratos o en la misma sección de telas de Ikea, verme en medio de esa explosión de colores y texturas me vuelve un poco loca y querría llevármelo todo, tanto que a veces me he encaprichado de un trozo de tela que después, vista en casa, ni me gusta demasiado ni resulta útil para un uso inmediato. Algo de eso me ocurrió cuando conocí los precortados de la marca Moda a través de blogs que sigo habitualmente y que presentan labores hechas con esos formatos. Ver cosas tan bonitas, que parecían tan fáciles de hacer y con esas telas de colores preciosos me hizo ceder a la tentación y en un momento dado me compré por internet unos cuantos "charm-packs", "layer-cakes" y "jelly rolls" que usé solo en parte (mantelitos individuales para mis niñas, la mantita del SAL 3B de Diana) y luego me desinflé, quizá por falta de ideas. El resto de telas se quedaron en espera hasta que comencé a asistir a clase de patchwork y entonces mi profesora, Inés (Quilt House, Lunares), me buscó un modelo de manta preciosa, bastante fácil de confeccionar y que se hace con precortados. Con esos antecedentes y sobre todo con muchas ganas de aprender, me lancé a hacer un quilt que pienso usar como plaid para el jardín o como mantita supletoria en las noches fresquitas del verano.
El top está confeccionado con un layer cake y un jelly roll de la colección "Antique Fair", de Moda, una combinación preciosa de granates, beiges y azules, cuyos matices cálidos, intensos y a la vez discretos, se adaptan perfectamente al carácter rústico y campestre de mi casa. La composición es sencilla, como se puede ver en la foto y aprovecha al máximo todas las piezas de tela.
El tamaño final del quilt es de 2,00 x 2,25 m , bastante generoso incluso como cubrecama. El modelo geométrico que sigue, basado en bloques cuadrados de unos 30 cm., es muy fácil de adaptar a distintos tamaños, cuadrados o rectangulares, pero yo no quería dejar restos sobrantes de las telas así que opté por el mayor formato posible para que admita diversos usos.
Para la trasera he utilizado una de las telas de la misma colección comprada en "Lunares"; se trata de un estampado precioso en tonos granate y verde que, además de armonizar perfectamente, convierte el quilt en reversible.
En el relleno he puesto dos capas de boata de algodón para que quede bien mullida y más aislante, aunque ello me ha supuesto un añadido importante de dificultad en el acolchado, el primer acolchado a mano que yo hacía y que me dejó los dedos "a las finas hierbas". Si lo miro con las gafas me dan ganas de llorar pero si me las quito lo veo precioso y me quedo tan contenta. Mi profe dice que es cuestión de práctica así que yo he calculado que necesito hacer otros tres o cuatro quilts para empezar a notar mejoras en mi técnica. ;-)))
Además de bonitos, los tonos son muy sufridos, perfectos para andar "detrás de mí" de un sitio para otro sin mancharse demasiado, sobre todo por el jardín, donde me encanta tumbarme en el suelo durante horas rodeada de libros, revistas, costura, estuche de manicura, teléfono, un cesto de fruta, unos cojines y probar todas las posturas imaginables para leer, dormir, pensar, coser, tomar el sol o varias de esas cosas a la vez.
Aunque os parezca increible, hace casi mes y medio que terminé la manta y hasta el jueves pasado me fue imposible hacerle las fotos en el exterior porque no dejó de llover ni un solo día en todo ese tiempo. Claro, lo lógico es que ahora os preguntéis "y para qué hace esta mujer una manta para el jardín en un lugar donde llueve durante meses" y esa es la pregunta que yo misma me hago acerca de otras tareas aún más optimistas que he emprendido esta primavera, como es la instalación de un sistema de riego por goteo en todo el jardín y que aún no he podido probar, obviamente, porque sería un derroche gastar más agua cuando ya andamos casi en piragua por el césped.
Qué bonito se ve todo cuando aparece un rayo de sol, qué diferencia de colorido con las otras imágenes, hechas un poco entre nubes. Lástima que después de realizar este reportaje ha vuelto a llover y lleva camino de batir récords. Eso sí, la manta se puede usar igual en el interior y no estará de más porque hace un frío polar.
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El falso bies de remate es el sobrante de la misma trasera que he doblado hacia arriba sobre el borde del top.
Las que hayáis trabajado con las telas de Moda ya conoceis ese maravilloso tacto, suave y sedoso, que hace más fácil el trabajo y mucho más agradable el uso posterior. Y esa dulzura es también una ventaja al acolchar y después de acolchado porque la prenda queda esponjosa, blandita y con una arruga preciosa. De hecho, yo no la he planchado en ningún momento y me parece que aún así está muy bonita.
Con los estupendos trucos que Inés me ha enseñado, fue muy fácil ensamblar las piezas del top y asombrosamente todas coinciden en las esquinas sin problemas. Lo hice en un abrir y cerrar de ojos.
El secreto fundamental del encajado de las piezas estriba en no planchar ninguna pieza una vez cortada. ¡Prohibido planchar!, porque la plancha deforma las piezas y después es imposible hacer coincidir las esquinas. Me parecía imposible, porque ese era justo el principal problema que me había encontrado al trabajar con formas geométricas.
Ahora no me da ninguna pereza ponerme a hacer trabajos de este tipo, por eso es tan importante dejarse enseñar de quienes saben y acumular conocimientos. Cuanto más sabemos mejor salen las cosas y en menos tiempo.
Además, estos proyectos grandes se combinan muy bien con otros más pequeñitos que podemor ir haciendo en los ratos de descanso. Por eso es importante programarlos con tiempo suficiente y así se puede disfrutar mientras se hacen.
Como me ha gustado repetiré pronto y así, de paso, practico el acolchado hasta que me salga perfecto.