A estas alturas de la primavera todos los años tengo más articulaciones en el cuerpo de las que salen en los tratados de anatomía y es que todas me duelen tanto que cada una cuenta por dos y a veces por tres. Y es debido a que en esta época dedico muchísimas horas al jardín, algunas veces por mero gusto, pero la mayoría por puritita obligación. Hay varias razones que os comento por si alguien está pensando en hacerse un jardín, para que tenga en cuenta los errores que yo he acumulado y que nunca debeis cometer. La primera de ellas, el tamaño: hay que ser realista y pensar en lo que vamos a querer trabajar y aunque cien metros cuadrados de terreno arriba o abajo no parecen demasiado, cuando están cubiertos de plantas que mantener pueden ser una pesadilla. Luego está la planificación, el uso de materiales o recursos que simplifiquen las tareas: por ejemplo, nunca se os ocurra poner ni una margarita en el suelo sin haber cubierto éste con malla anti-hierbas o algo por el estilo u os encontrareis muy pronto con grandes cantidades de "invitadas" no deseadas que debereis arrancar y volverán a salir y así hasta el infinito. El tercer error estriba en elegir mal el diseño de las zonas a plantar y las variedades de plantas que poner. Y el último y más importante, ponerse a hacer un jardín sin tener dinero para pagar un jardinero que lo atienda.
Os aseguro que os habla la experiencia de haber incumplido todos y cada uno de estos preceptos y no solo una, sino repetidas veces, lo cual da como resultado un trabajo descomunal y un resultado más que dudoso o, al menos, irregular: a ratos consigo zonas que están bien pero la mayoría de las ocasiones siempre hay algo que va de regular a mal.
Claro que "a lo hecho, pecho" y como ya es un poco tarde para empezarlo todo de nuevo, lo que hago es aplicar esa máxima que os recuerdo otras veces y que consiste en amar lo que se tiene cuando no se puede tener lo que se ama. Por eso y porque cada uno de sus centímetros cuadrados ha sido producto de mi trabajo exclusivamente, quiero a este jardín como si fuera parte de mí y me las arreglo para mirarlo con buenos ojos y para fotografiarlo con picardía para que nunca salga desfavorecido. Hoy tocó segar y recién segado está precioso, porque es un jardín campestre y rural y la hierba es lo que predomina en él; así que he aprovechado al terminar de segar para hacerle fotos "muy medidas" para poder enseñaros.
Esta es mi primavera, la que por suerte disfruto cada minuto de mi tiempo. Os invito a verla y, si un día podeis, a compartir conmigo un té o un café y un rato de charla, que eso se me da muy bien.
Este terreno "produce" piedras como si se reprodujeran y aunque en principio no sabía qué hacer con ellas, tampoco quería tirarlas, por eso un día me inventé una rocalla que crece a medida que las piedras aparecen. No conocereis a nadie que haya paseado piedras de más de 100 kilos de peso tantas veces de un sitio a otro hasta encontrarles acomodo. Son preciosas, llenas de fósiles, la mayoría cuarcitas numulíticas y me ayudan a dar carácter a todo el talud de la parte posterior de la casa. Muchas han estado en varias ubicaciones hasta llegar a esta y poco a poco se van integrando con las plantas hasta que se hacen amigas.
Hostas, pensamientos, aubrietas...
Fresitas silvestres....
Brezos, dianthus, romero, tomillo, orégano...
Bergenias, hemerocallis, arándanos y arriba, rodeando la casa para que no me despeñe, las hortensias que ya han crecido demasiado.
Y termina en la escalera que lleva a la cocina y que también hice yo misma en un rato de locura transitoria.
Aquí es donde empieza el talud del oeste, donde la pendiente era demasiada para segar con comodidad.
Este arriate pudisteis conocerlo hace algo más de un año en forma de "fosa de las Marianas", llena de agua y barro, cuando esperaba la llegada de los rosales (ese será otro capítulo, están a punto de florecer). De hecho hay alguna foto en la que yo aparezco "sumergida" por completo en el agujero. Ya veis que mis cuidados y la naturaleza han hecho su trabajo. Bueno...y el cuchu.
Como algunos no sois asturianos, os explico que el "cuchu" es el nombre asturiano del estiércol maduro, uno de los fertilizantes más extraordinarios que existen y en esta tierra abunda. Hay un refrán asturiano, aplicado a la agricultura, que dice: "Dios y el cuchu hacen munchu, pero munchu más el cuchu"
La pradera delante de la casa vista desde abajo
Y la misma vista desde el lado contrario. A la izquierda, mis sauces, donde cualgo el chinchorro en verano para dormir la siesta y coser a la sombra. Eso en Asturias pasa pocos días pero yo lo hago siempre que no llueve, aunque tenga que taparme con una manta.
El jazmín acompaña el paso con un aroma impresionante ahora que está lleno de flor.
La parte posterior de la terraza donde paso la mayor parte del día cuando hace bueno o regular
Y ahora flores, que son más guapas:
Los rosales "Gertrude Jekyll" esperando un rayo de sol para ponerse a reventar flores de forma salvaje.
El azahar, uno de los perfumes más deliciosos
Un rosal más humilde, que no tiene nombre conocido, porque nació de un esqueje que yo puse, pero mirad qué flores
Otro desconocido, amarillo y que huele muy bien
Rosa rugosa, primitiva, rústica, maravillosamente perfumada
Las clemátides, con las que no acabo de llevarme bien
El geranio más espectacular del momento, con un color fucsia increíble.
Los pensamientos y sus colores imposibles
Pensamientos azules y aubrietas moradas
La armeria marítima, sencilla y pequeñita, entre las hostas de todos los verdes
Esta peonía es ahora la estrella del jardín, con ese color y sus 20 cm de diámetro llama la atención como un semáforo
Las surfinias empiezan a crecer
Y ahora algunas hostas:
Seguro que me he puesto un poco pesada, pero me encantan las fotos de jardines y no puedo evitar hacer muchísimas. Espero que no me lo tengais en cuenta porque además pronto os tendré que enseñar las rosas.
Feliz semana