Una primavera espantosa y extraordinariamente lluviosa hizo cundir el desánimo y el pesimismo incluso entre los servicios oficiales de meteorología, que anunciaron un verano difícil y triste. Pero, como dice el refrán, "nunca llovió que no parase" y pese a que toda Asturias se había comprado un paraguas y un chubasquero en previsión de mucha más lluvia, las nubes decidieron irse a otro sitio y paradójicamente hemos tenido un mes de julio mucho más soleado, seco y caluroso de lo que es habitual por aquí.
Este inesperado regalo ha hecho revivir el jardín, que nos está regalando uno de los momentos más espléndidos de los últimos años y también ha atraído a una gran cantidad de especies animales que pasan la temporada con nosotros disfrutando a sus anchas de comida abundante, agua fresca y tranquilidad absoluta, sin enemigos a la vista y sin estrés. Erizos, ardillas, libélulas, salamandras, lagartijas, pájaros de todas clases, los gatos de todo el vecindario y algún que otro visitante desconocido aprovechan lo que el jardín ofrece y también lo que les ponemos para que no les falte de nada.
Y no lo vais a creer pero un día de éstos, al levantarme por la mañana, me encontré una pareja de osos que todavía no sé cómo han llegado hasta aquí.
De un pelaje un poco inusual y perfectamente vestidos para su presentación en sociedad, me esperaban a la sombra de las lavandas, tan formalitos como los veis en la foto, dispuestos a conquistarme y dejarse adoptar, encantadores y educados como niños buenos.
Claro que, cansados de esperar, tuvieron que sentarse a recuperar fuerzas mientras yo decidía si podían quedarse o no.
Como buena anfitriona, enseguida les ofrecí un asiento más cómodo mientras comenzamos a conversar para conocernos mejor. Encantados de mi ofrecimiento, me dejaron hacerles cuantas fotos quise y ahora os las enseño para que conozcáis a este par de encantadores invitados. En realidad, estoy tan contenta con ellos que ya he decidido que van a vivir en mi casa donde muy pronto podrán compartir habitación y juegos con una nueva habitante que esperamos felices e impacientes.
En realidad se trata de mi último trabajo de este curso en la clase de patchwork y me ha gustado muchísimo hacerlos, es fácil teniendo patrones bien diseñados y además vienen muy bien en este momento en que preparamos habitación infantil.
Tengo que deciros que cuando vi el modelo fui incapaz de elegir qué tela utilizar, entre flores y cuadros y, como me gustaban tanto, decidí que haría uno de cada y así no tendría que renunciar a nada. Esta versión en finísima franela de cuadros en rosa viejo me parece preciosa y además la cara me ha quedado con una expresión muy dulce aunque está un poco serio. Los ojos son dos botones negros colocados boca abajo y la trufa de la nariz es de paño de lana, también negro; luego he bordado a punto de tallo el hocico y ya está. También he usado dos botones iguales para sujetar los brazos al cuerpo y esa forma de unión permite que el oso pueda mover los brazos., como un muñeco articulado.
Su compañero está hecho con una de las maravillosas telas estampadas de la colección "Cinnamon spice" de Moda y lleva un hermoso lazo de cuadros en tonos verdes y beige a juego con sus orejas, sus manos y sus pies. Este es el más serio de los dos, pero aún puedo hacer que sonría, basta bordar un poquito más el gesto.
Son tan simpáticos y tan fotogénicos que los he retratado en todas las posturas imaginables y siempre salen guapos, con sus enormes lazos de etiqueta y esa cara de buenos que tienen en todo momento.
Aquí los vemos celebrando efusivamente la feliz noticia de que serán invitados permanentes en mi casa y encima no tendrán que separarse porque tenemos sitio de sobra para ellos y para alguno más (Ya me estoy imaginando la versión de tamaño reducido y en cuadritos vichy, tiene que ser ideal).
Además de ser muy apetecibles, al estar hechos de tela de algodón y rellenos de floca sintética son más antialérgicos que los de peluche y además son perfectamente lavables.
Seguramente repetiré muchas veces este trabajo porque me encanta el resultado y me parecen preciosos para regalar tanto a niños como a personas mayores, basta con cambiar la tela y cambia completamente el carácter. Yo creo que se aprecia bien en las fotos la diferencia: el de flores es más apropiado para gente mayor, mientras que el de cuadritos se ve más infantil. Aunque estoy segura de que nadie le haría ascos a ninguno de los dos.
Otro trabajo sencillo que cualquiera puede realizar y con un resultado perfecto y profesional.