MERMELADA
Vivir en el campo tiene la ventaja de que continuamente se encuentran pretextos para ocupar el tiempo, o para perderlo, según se mire.
Y ésta es la época de las mermeladas: un día porque encuentras un zarzal lleno de moras, otro día porque los paraguayos están baratos, hoy porque sales a pasear y la vecina te regala una cesta de higos, ...
Y, claro, golosa que es una, si los dejas a la vista seguro que coges un empacho del quince. Por eso, para evitar males mayores, me comí media docena y el resto ¡a cocer!
Los lavo un poco, les quito el rabito y lo más grueso de la piel que marcha con él, un par de horas de "chup,chup" a fuego lento y en su jugo, luego un chorrito de Armagnac, un poco de azúcar (muy poco, ¿eh? que hay que cuidarse) otro rato de hervor y a los tarros.
Antiguamente se azucaraban muchísimo las mermeladas porque el azúcar ayudaba a la conservación; pero hoy en día no hace falta ponerles tanto , porque tenemos métodos para hacer el vacío a los tarros y se conservan perfectamente más de un año.
Yo no consumo mucha mermelada pero así siempre hay algo rico que regalar a las hijas cuando vienen de visita, porque otra herencia no van a tener, las pobres.