JUGUETES PARA VIOLETA
Desde que nació Violeta estaba deseando hacer algún muñeco de trapo que de verdad sirviera para que un bebé pueda jugar con comodidad y sin peligro, pero no había encontrado ningún modelo que me gustara demasiado así que, como no era algo urgente, fue pasando el tiempo hasta que un día en clase de patchwork (Lunares, Avilés), me encontré un librito de la editorial Marie Claire titulado "Doudous à coudre" que era justo lo que buscaba y entonces me lancé a experimentar. Saqué la cesta que contiene los restos de tela de los vestiditos que le he ido haciendo hasta ahora y algún otro retal y enseguida empezaron a nacer animalitos de todas las formas, convirtiéndose en un divertimento más en mi habitación de costura.
Cada día que encontraba un hueco entre otras labores, sacaba los trozos de tela y en un ratito hacía un muñeco, cada vez un animalito diferente, disfrutando también de ese rato como un juego y dejándome llevar sin pensar en nada más que tenían que ser lo más coloridos, cómodos y divertidos posible, para que Violeta quisiera jugar con ellos. Los modelos que saqué de ESTE LIBRITO cumplen todos los requisitos que yo buscaba desde un principio: son bonitos, divertidos, facilísimos de hacer, alegres, blanditos y de un tamaño perfecto para que un bebé los pueda manejar sin problemas.
Además de todo eso, yo me planteé otros requisitos no menos importantes, en cuanto a las condiciones de seguridad que cualquier objeto destinado al bebé debe reunir: costuras firmes, materiales 100% libres de sustancias nocivas, componentes seguros y que no puedan ser arrancados, lavable, etc.
"Antón, el perrín de abuelita", fue el primero de todos; ya veis que se trata de dos piezas cuadradas, cabeza y cuerpo, y cuatro patas que son rectángulos con un extremo redondeado, por tanto, la confección es facilísima. Los ojos son de fieltro y las pupilas están bordadas encima. Tanto el lacito como los cascabeles están firmemente cosidos para que Violeta no los pueda soltar aunque tire de ellos con fuerza (cosa que hace, os lo aseguro). Además, los cascabeles deben buscarse, como en este caso, inoxidables y con la argolla de colgar soldada, de manera que no pueda abrirse en ningún caso. Yo los compré en Lunares Patchwork y son de muy buena calidad, perfectos para este uso. Si no fuera así, es mejor no ponerlos.
Todas las telas son de algodón, finas, lavables, sin pelos, así se pueden meter en la boca sin peligro y el relleno es de floca sintética de buena calidad, muy suave y blandita, lava muy bien, no acumula ácaros y no se apelmaza con el lavado.
"Anita, la ratita" está hecha con restos de un vestido de batista en cuadritos vichy y un algodón Liberty de florecitas que sobró de un conjunto de arrullo, toallas y babero. Así los muñecos hacen juegocon el ajuar de la señorita Violeta y su alegre colorido los hace muy apetecibles.
La forma del cuerpo vuelve a ser un simple rectángulo que,en este caso, lleva incorporadas las orejas (basta superponer un círculo en la esquina y ya sale el patrón perfecto); las manos y patas son iguales en todos los casos. He sujetado la cara y el interior de las orejas con papel termoadhesivo doble cara y un festón alrededor. Los ojos, puntos de los bigotes y nariz están bordados encima y el lazo cosido como para resistir un impacto nuclear.
En este caso, los cascabeles están dentro del cuerpo, lleva dos para que suenen un poco más.
Este es "Manolito, el pollito", un gracioso gallo pacífico y feliz hecho con la tela de un vestidito playero y algunos otros restos de otras obras, todos de algodón, por supuesto.
Los ojitos son de fieltro y la pupila un punto de cruz hecho con hilo doble; a las alitas les he puesto un poco de guata fina para darles un poco más de consistencia. También Manolito lleva el cascabel dentro de la barriga.
"Casimiro, el cuervo", vive de perfil porque así luce mejor su precioso pico y sus ojos grandes y vivos son capaces de ver a distancia todo lo que sea interesante para comer. Ser un cuervo no excluye ser presumido, por eso lleva un lazo rosa hecho de cola de ratón, del que cuelga su inseparable cascabel, que tintinea sin descanso cuando Violeta le da unos buenos meneos al pobre cuervo cogiéndolo por la pata.
Como en todos los demás, telas de algodón lavables y sin pelusas.
Este gordito bonachón es "Anselmo, el conejo", hecho con un Liberty turquesa que también forma parte de un arrullo y una toalla. Para darle un toque más sofisticado y actual, las patas son de unas llamativas rayas y la cara roja pone el único toque vibrante de color. Las facciones están bordadas a punto de tallo con 3 hebras de mouliné DMC.
Anselmo también lleva cascabeles, esta vez escondidos dentro de las patas.
Os presento a "Coco, el cocodrilo", mucho más simpático e inofensivo que los de verdad y que se encuentra guapísimo con su traje de florecitas y su corbata rosa con el cascabel colgando. Este es uno de los favoritos de Violeta y su mamá y como todos los demás es super manejable y blandito, precioso y alegre con ese color pistacho tan molón.
Y, por último, el "Conejín Jin" que, como veis, no pertenece a la misma familia creativa, sino que salió de un patrón regalo de una amiga mía. Este es un poco más elaborado y tiene un poco más de trabajo, es un muñeco más clásico que los otros, pero usando telas de colores y estampados alegres resulta también precioso. Además su forma alargada y estrechita hace muy fácil el manejo ya que se agarra muy bien por cualquier parte, sea pata, oreja, cuello, etc.
Una familia encantadora que recibió a Violeta con los brazos abiertos en su última visita a mi casa y que ahora se reparte entre Madrid y Asturias para que la peque siempre tenga cerca un muñeco especial.
A mí me ha encantado hacerlos y tengo pendientes algunos más porque no hemos terminado con el catálogo de "bichos" posibles; además, son perfectos para regalar, incluso a niños un poquito mayores y como vivimos rodeadas de jóvenes en edad de tener bebés, viene bien tener recursos a mano.
Los conejitos, dos versiones bien distintas, idéntico encanto.
Antón y Manolito, una amistad especial
Coco y Casimiro se llevan tan bien que conversan sin parar
Y Antón es tan bonachón que también hace buenas migas con Anita.
Todos juntos explorando el jardín y viviendo innumerables aventuras que luego le contarán a Violeta.
Que paséis un día perfecto.