Recién llegada de mi visita a Hamburgo abro el blog para contaros alguna pincelada de ese viaje y de paso retomar la costumbre de publicar mis cosas para entreteneros. No hay labores esta vez, aunque he estado durante todos estos días en casa de Ana con agujas en la mano, ayudándola a terminar esas labores que a todas se nos atragantan alguna vez hasta que llega el momento oportuno o la madre adecuada para darles un empujón. Hemos terminado una preciosa manta de aplicaciones de ganchillo que ella había tejido hacía años y estaba sin montar y sin rematar, hemos cosido un gorro de lana para que pase un invierno un poco más abrigado, hemos empezado una bufanda calentita y suave, a la vez que las dos hemos aprendido de nuevo a tejer con el sistema "Knitt-pro", aprovechando que en Hamburgo lo venden en las tiendas de manualidades y también hemos dado un pequeño toque al jardín, preparándolo para el duro invierno que le espera.
Con todo esto y, claro está, disfrutar de mis hijos y mi ahijada, pasear y conocer esa ciudad que nunca deja de sorprenderme, mis neceseres de bordadora volvieron tal y como fueron, sin abrir y sin usar; pero para eso ya me queda a mí todo el tiempo del mundo hasta una nueva escapada.
Cuando conocí Hamburgo hace dos años, se me desmontaron unos cuantos prejuicios que yo tenía (como tantos españoles) acerca de los alemanes y en esta ocasión he confirmado que esta preciosa ciudad que os recomiendo visitar, está llena de pretextos para vivir, divertirse, pasear, comer, disfrutar, hacer amigos y sentirse como en casa.
Hamburgo es divertida, cosmopolita, abierta, asomada al agua y envuelta en jardines, cómoda y acogedora, culta, amante de la música, el teatro, el arte, las flores y las plantas, las terrazas, la vida social y está llena de sorpresas para descubrir. Además tiene un clima muy parecido al asturiano (aunque un poco más frío) y es muy fácil hacerse a ella, tanto que acabo de llegar y ya tengo ganas de volver.
En construcción la nueva Filarmónica de Hamburgo, polémica y maravillosa obra de Herzog y De Meuron. La preciosa niña rubia no es alemana, es mi sobrina-ahijada, que me acompañó en este viaje a ver a sus primos.
Los parques de Hamburgo, enormes extensiones de verdor con rincones maravillosos que los hamburgueses frecuentan incluso con lluvia. Este en Blankenese, zona residencial de mansiones sobre la ribera este del río Elba.
En las orillas del lago-río Alster, escondidas entre frondosos árboles se asientan preciosas mansiones, como ésta, que fue residencia de la actriz Romy Schneider hasta su muerte.
Los lagos Alster, en el centro de la ciudad, lugar de esparcimiento permanente para los hamburgueses, que los disfrutan todo el año: remo, vela y cruceros en verano, patinaje en invierno.
Los viejos almacenes ahora convertidos en viviendas se asoman a los canales por los que desde siempre se movieron las mercancías que hicieron próspera y abierta a esta ciudad.
Esta vez pude visitar el "Puppenmuseum Falkenstein", museo de muñecas y casas de muñecas, ubicado en una magnífica villa de los años veinte edificada por un discípulo de Walter Gröpius y cuya colección me ha dejado boquiabierta, con piezas desde 1700 hasta la actualidad, que su propietaria ha buscado por todo el mundo a lo largo de 50 años. Si os gustan las muñecas antiguas, impresionante.
Las escenas y casitas se exponen en vitrinas de seguridad que no permiten (por los reflejos en el vidrio) fotos demasiado buenas, pero podeis haceros una idea.
¡Qué caras más guapas!
Una preciosa canastilla realizada con telas de lino y finísimos encajes de bolillos.
Y la dueña del ajuar, presentada en otra cestita igual.
Los efectos de los reflejos producen imágenes un poco terroríficas, como esta. La muñeca en primer plano era gigantesca, casi tan grande como la nena que la miraba.
También visitamos el museo de las miniaturas, "Miniatur Wunderland Hamburg", en el que se recrean con extraordinaria fidelidad diversos lugares del mundo, como la propia ciudad de Hamburgo, de la que vemos una parte del aeropuerto. Una fascinante exposición de más de 1.000 metros cuadrados realizada con un verismo asombroso. Incluso se hace de noche y amanece cada 15 minutos y todos los vehículos se mueven, tienen luces (hasta de freno) y se ven en atascos. En la imagen, la simulada luz del atardecer deja ver la iluminación de edificios y coches.
El jardín de Ana, con las hostas enormes, hortensias y rododendros rodeados de brezos rosas. El tronco corresponde a un cerezo cuya edad se desconoce pero que supera los 50 años, según una vecina anciana que afirma haberlo conocido ahí desde que ella vive en ese barrio y de eso hace esos años.
Hamburgo es una ciudad bastante horizontal, en la que hay pocos edificios altos, salvo las torres de las iglesias y del Ayuntamiento. En la imagen se ve en el centro la torre quemada de San Nikolai, resto de la antigua catedral destruida durante la segunda guerra mundial y a la derecha la torre del ayuntamiento.
Mis niños en el mercado de nuestro barrio, Altona, donde hay tantos puestos de plantas y flores como de comida. Este es muy curioso, porque se llama "Flores", en español.
Fin del reportaje y del viaje. Ahora a ponerse las pilas y a coser, que tengo mucha labor atrasada.