Ya os había contado que esta última temporada me dio por hacer regalos de costura a diestro y siniestro y elegir el detalle más adecuado para cada persona me exigió sacar a la luz todas mis habilidades, incluso las que ya no recordaba tener, como es el caso de la lana fieltrada, lo único que pensé adecuado para mi querida Rosa, una persona absolutamente especial, que siempre sabe cómo acertar con sus regalos y que sabe apreciar como nadie las cosas sencillas hechas con cariño. Regalarle algo a Rosa es maravilloso porque se pone tan contenta y lo valora todo tanto que te hace sentir que le has dado lo mejor del mundo.
El caso es que ella hace unas cosas preciosas con fieltros y lanas y entonces pensé en regalarle algunos paños de lana fieltrada a mano, según un método tradicional que aprendí de forma autodidacta hace muchos años y que ya se me había olvidado, para que ella los pudiera usar en sus labores; pero no me quedaron demasiado bien porque se me habían olvidado muchos pasos importantes del procedimiento y tuve que improvisar sobre la marcha y echarle mucha cara para salir del paso, que es lo que hago cuando me falla la teoría. Siempre me pasa igual, me encantan las aventuras inesperadas, improvisar, hacer alguna locura de vez en cuando, meterme en líos, pelear, atreverme a emprender cualquier cosa aunque no tenga ni idea de cómo se hace, como armar muebles de Ikea sin mirar el libro de instrucciones o cambiar las bombillas de los faros del coche dejándome la piel de los dedos antes de conseguir poner la lámpara en su sitio.Y a veces, estaría mejor quieta.
Como todo lo que veo me apetece, hace unos años buscaba información sobre un tipo de fieltro determinado que no encontraba en Oviedo y lo que acabé encontrando fueron unas instrucciones para hacer tejido de fieltro con vellones de lana fieltrable y para aprender me atreví, nada menos, que a hacer unos bolsos para regalar a las chicas invitadas en una celebración familiar. Ni que decir tiene que salí del paso como pude y los bolsitos tuvieron gracia pero pocas cualidades más, aunque he de confesar que me divertí mucho haciéndolos (Pongo un par de fotos para que os hagais una idea)
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Pero bueno, volvamos al presente y al regalo de Rosa; estábamos en que el fieltro no me quedó demasiado bien y no me parecía apropiado para dárselo así, por lo que decidí hacerle un neceser o estuche que, una vez bordado y forrado, disimularía mejor los defectos de la tela y esto es lo que salió. A fin de cuentas, Rosa también hace miles de labores y por eso necesita tantas bolsas, bolsos y neceseres de costura como yo, o sea que el estuche era una apuesta bastante fácil.
Por sugerencia de mi profe Inés (Lunares Patchwork), le di esa forma cilíndrica, que es cómoda tanto para costura como para los objetos de escritura que todas las profes llevamos siempre con nosotras, así puede usarlo indistintamente según le apetezca.
Para adornarlo tracé unas sencillas guirnaldas bordadas con unos preciosos hilos de lana que me compré en Lunares (lana 100% y un colorido espectacular) y las completé con aplicaciones también de lana para las flores y las hojas.
Aunque es muy difícil hacerse una idea de la escala en las fotografías, el tamaño es bastante generoso pero no excesivo, unos 20 cm de largo y quizá 8 cm de diámetro (estoy hablando a ojo, porque el estuche ya está en poder de Rosa), suficiente para llevar una labor pequeña con todos sus accesorios.
Para completar las aplicaciones y enriquecer un poco el efecto, he añadido algunos toques de lana fieltrada a la aguja, que proporciona una textura esponjosa muy agradable y matiza el color suavizando los contornos del dibujo.
En este primer plano se aprecia bien la trama del fieltro y los efectos de los bordados.
Para el forro interior y los yo-yós que cierran los laterales elegí un algodón de Moda con un colorido que coordina muy bien con los tonos de las lanas.
Aquí se aprecia mejor el cierre de los laterales. En el carro de la cremallera le he colgado dos bolitas de lana también fieltradas a mano y hechas con las mismas lanas del bordado mezclando las hebras.
La guirnalda se repite de forma simétrica a los lados de la cremallera para que pueda verse en cualquier posición. Estos trabajos de bordar y decorar con lanas son rapidísimos de hacer (las aplicaciones van pegadas con papel termoadhesivo, los bordados se hacen a grandes puntadas sin demasiados remilgos) y el efecto final es tan cálido y agradable que siempre se disfruta mucho con ellos. Otra cualidad muy interesante de estos trabajos es que, en contra de lo que parece, son perfectamente lavables, lo que los hace muy prácticos para objetos que se usan mucho.
A Rosa le ha gustado mucho y sé que le va a dar un uso intensivo, así que con eso ya me siento feliz. Solo espero que no se me pase demasiado pronto esta fiebre recuperada y pueda practicar un poco más, a ver si puedo mejorar la técnica del fieltrado.