ENCUADERNACIÓN JAPONESA
Creo que todas las mujeres que voy conociendo a través de internet por medio de sus blogs o páginas dedicadas a sus aficiones, comparten conmigo una cualidad importante que nos mueve a probar cosas, conocer, aprender, interesarnos por todo lo nuevo y no es otra que la curiosidad.
Una cualidad que, además, se retroalimenta y hace que cuando conoces o aprendes una cosa pierdes el miedo a intentar otra y otra más y así hasta que la vida se convierte en un descansar de una tarea haciendo otra distinta, dando la espalda al aburrimiento y sintiendo la sensación de que todos los días pueden ser apasionantes.
Y ya el colmo de ese afán se produce cuando internet pone a nuestro alcance enseñanzas, maestras/os y recursos a los que no habríamos podido acceder en otras épocas y que ahora convierten en accesibles y sencillas las más variadas creaciones.
Así, por internet, encontré un día un tutorial de "Encuadernación japonesa" y desde entonces he realizado cientos de cuadernos de todos los tamaños y colores, con distintos tipos de materiales y que constituyen siempre un regalo precioso, sea como album de fotos, cuaderno de dibujo, diario personal o lo que cada uno desee.
Algunos he regalado en estos "Reyes", acompañados (eso sí) de un lápiz o un boli un poco especial.
Los materiales son bien sencillos: cartoncillo de cualquier tipo y del tamaño que necesitemos (yo uso Cartomat de 3 mm, fácil de cortar y muy ligero), tela de encuadernar, papel de nuestro gusto para las tapas y las guardas interiores, pegamento de barra y cola blanca, cutter, regla, lápiz, hilo de lino o bramante, aguja de coser lana, hojas del papel o cartulina necesarios para el interior.
Decidida la medida que queremos para el libro terminado, cortamos las hojas interiores (es este caso papel de dibujo marca Guarro) y los cartoncillos con un margen de 5 mm. más que las hojas. Luego separamos en el cartoncillo los lomos, entre 2,5 y 3,5 cm., según gustos. Cortamos dos tiras de tela de encuadernar para forrar los lomos y unir éstos con la tapa, dejando una huella de 5 mm. que permitirá después que las tapas se articulen perfectamente.
Una vez pegada la tira exterior, como veis, replegamos los tres bordes hacia este lado y cubrimos con otra tira del mismo material pero cortada a la medida exacta del contorno (imagen inferior)
Hecho esto con las dos tapas, forramos con el papel del exterior; en este caso he usado un papel italiano hecho a mano de Il Papiro" (que traje de Roma pero que lo venden también por internet). Sirve cualquier papel que nos guste, obviamente. También aquí dejamos unos márgenes para replegar hacia adentro y que luego taparemos con el papel de guardas interiores que puede ser el mismo o contrastado o coordinado, como gustéis.
He usado en este libro trozos recortados de un papel de regalo que reproduce modelos de caligrafía antiguos.
Cuando tengamos forradas las dos tapas, colocamos en su interior las hojas ya cortadas cuidando bien de alinear los márgenes sobrantes y sujetamos el conjunto con pinzas de papel o gomas elásticas. Ahora toca calcular dónde hacer los agujeros para el cosido, lo que se suele hacer sobre un papel cortado a la medida del lomo y dejando una distancia de 2 cm hasta los dos extremos del lomo. Normalmente hago dos tipos de cosido: uno simple, de 4 agujeros y otro más elaborado, como éste, con otros 3 intercalados. Queda muy bien de las dos maneras.
Con un simple clavo y un martillo, sobre una tabla o mártir, hacemos en el lomo los agujeros que hayamos decidido; estos están a 2 cm del borde los primeros y a 2,5 cm. los segundos. La distancia entre ellos, la que permita el tamaño del lomo dividiendo en partes iguales. Luego, a coser, con hilo de lino rústico o bramante fino cortamos una hebra doble de una longitud aproximada de cuatro veces el largo del lomo y cosemos empezando en un extremo y pasando solo una vez por cada tramo (en cambio, sí se repite el paso en agujeros, como es lógico).
Se van alternando puntadas que rodean el lomo por fuera con otras que unen un agujero con otro hasta terminarlos, dejando para el final las puntadas largas rectas que unen los cuatro agujeros del interior.
Aquí se ve bien la huella que permite que las tapas doblen perfectamente para que sea fácil abrir y cerrar el libro y la tapa abierta para demostrarlo.
Y aquí teneis el cuaderno terminado, barato, fácil, personalizado, único, precioso en su sencillez y encima no se le sueltan las hojas ¡en la vida! No me digáis que no es un regalo guapísimo....
Y aquí, el interior, el destinatario ama el dibujo a lápiz y las reflexiones profundas, así que le sacará buen partido.
Quizá esto sea el comienzo de una buena novela, jejee