COUNTRY QUILT
Cualquier momento es bueno para hacer regalos, aunque ninguna otra época como la Navidad pone a prueba nuestra imaginación en el intento de agradar a las personas que queremos y no siempre comprar cosas o gastar dinero es garantía de acertar, por eso es importante tener alguna idea que podamos hacer con nuestras manos. Las aficionadas a las labores siempre intentamos recurrir a algún bordado o un proyecto de costura que nos ayude a combinar, cariño, originalidad, utilidad, sorpresa, ilusión, en fin, las cualidades que debe reunir un regalo, es decir, lo que siempre llamamos "acertar".
Espero haber acertado con esta nueva mantita de sofá que ya ha viajado a su destino y contribuye desde hoy al confort en casa de mi hija Ana.
Se trata de un modelo de inspiración country, creado por Marie-Claude Iperti, aparecido en la revista "Simply Vintage" nº 2 y que he realizado bajo la supervisión técnica de Inés, mi profesora en "Quilt House" (Lunares).
Las telas elegidas, que reproducen fielmente la propuesta de la diseñadora, son del tipo japonés, en colores tenues, cálidos y texturas esponjosas, un poco más difíciles de trabajar (sobre todo de cortar) que los algodones más habituales del patchwork, pero imprescindibles para lograr ese aspecto envejecido tan rústico y tan adecuado para el estilo country.
Los grandes paneles con el motivo floral están realizados con la técnica de aplicación usando lanas, lo que contribuye aún más a la calidez de este quilt. Además de los aplicados, está adornado con bordados a punto de espina realizados con hilo Valdani sobre todas las costuras de unión de las piezas.
El quilt es de formato cuadrado y de un tamaño perfecto para el sofá, 150 x 150 cm y no lleva acolchado, solo nudos atados en las intersecciones de los cuadritos. Eso hace que quede más esponjoso y dulce, con un tacto muy agradable y blandito y es muy caliente pese a que el relleno es de guata de algodón.
Sinceramente, es un trabajo con el que he tenido una relación difícil durante todo el proceso de elaboración, llegando incluso a plantearme abandonarlo. Me gustó en la revista, sobre todo por las magníficas fotografías del ambiente y el atrezzo tan conseguido en el reportaje, pero a medida que cortaba telas y las combinaba fui perdiendo la ilusión y empecé a verlo menos atractivo, así que me obligué a seguirlo sobre todo por no despilfarrar el dinero invertido. Sin embargo, a medida que el trabajo avanzaba y el quilt iba tomando forma, volví a cogerle el gusto y las cosas empezaron a cambiar definitivamente cuando terminé de bordar las costuras. Por supuesto, una vez colocado el relleno y atados los nudos, ha quedado precioso y desde luego, muy fiel al modelo de la diseñadora.
Claro que eso no habría sido posible si no fuera porque en Lunares (Avilés), que es la más increíble tienda de patchwork que una pueda imaginar, he podido encontrar las telas perfectas para realizarlo pero sobre todo el estímulo y la ayuda necesarios para seguir adelante cuando me he puesto más terca y obcecada de lo normal en mí.
A veces, las cosas necesitan encontrar un marco adecuado para poner en valor todas sus cualidades y eso fue lo que ocurrió el día en que estaba terminando de atar los nudos al quilt y necesité dejarlo un rato para hacer otra cosa. Sin pensarlo demasiado, tiré la labor sobre ese sillón pensando en volver enseguida a terminarla. Cuando volví más tarde, se había hecho de noche y el ambiente que había en el rincón con esa luz tenue, me devolvió una imagen preciosa, acogedora y cálida como no la había visto antes; ese fue el instante en que la mantita me conquistó definitivamente. Tanto que ahora veo el sillón sin ella y ya me parece que le falta lo más importante.
También en casa de Ana queda precioso y sé que ella lo disfrutará muchísimo con su gata "Luna", porque las dos son muy dormilonas de sofá. Y a mí me quedan estas imágenes y las ganas de hacer rápidamente algo parecido para mi rincón de leer, porque ahora no es lo mismo sin ese complemento. ¡Lo que son las cosas, a ver si voy a tener que repetir modelo!
Y, como podeis ver, de ese mismo modelo había sacado yo el diseño de uno de los cojines que adornan el banco rústico de la entrada de mi casa. En aquel momento aún no pensaba en hacerme el quilt, pero también aquí se veía bonito.
O sea, que las cosas hay que terminarlas antes de valorarlas, porque podemos llevarnos grandes sorpresas.