CÓMO SOÑAR DESDE NADA
El invierno es muy largo o me lo parece a mí cuando me falta la luz y cuando no me apetece ver la cara del jardín en esa media oscuridad, el exceso de humedad, hojas caídas por todas partes, suelo al descubierto, plantas que han desaparecido, un paisaje triste y desolado, frío y poco acogedor.
En realidad sólo es un sueño, igual que el que nosotros disfrutamos cada día porque, si no fuera así, si el jardín no pudiera dormir, ¿de dónde sacaría fuerza para derrochar tanto color y tanta maravillosa exhuberancia durante los larguísimos meses de primavera, verano, otoño, en que no duerme un instante y nos asombra cada minuto con un nuevo regalo?
Ahora el sueño está llegando a su fin, se nota y ya me atrevo a salir, a dar un paseo alrededor de los parterres y de los setos, a escudriñar señales de nueva vida, a dejarme sorprender por un brote inocente en cualquier lugar inesperado y a descubrir emocionada que lo que un día imaginé se está haciendo realidad.
¿Os acordáis de aquellos palitroques que un buen día, ya en noviembre, llegaron de Inglaterra en un saco de papel?
Parecía imposible esperar que de aquellos pozos enfangados donde clavé unos meros palos, casi de la nada, hoy pudiera verse esta belleza y estas ganas de vivir.
Claro que estas fotos son de ayer y hoy debería haber hecho otras nuevas, porque ya han crecido más; casi podría verlos crecer si me quedara un ratito mirándolos.
Me encanta este color, el brillo de las hojas, el rojo intenso de los nuevos tallos,...En su corta historia no han tenido un solo momento de flaqueza, nunca dieron la impresión de que les costara adaptarse a su nuevo lugar, tan lejos de donde nacieron y ahí los veis, sanos, fuertes, felices, creciendo tan rápido que parece una película acelerada.
Ya casi puedo ver las flores que van a nacer muy pronto, con aromas dulcísimos que me inundarán los atardeceres del verano, con colores que me saludarán cada mañana para que todos los días tengan algo especial.
Claro, ya sé que podeis estar pensando, ¿y tanta empalagosa prosa por unos simples rosales? Bueno, pues sí, ¿y por qué no?
Aunque también podeis recordar, porque muchas veces lo digo, que los sueños se hacen, no se tienen o, lo que es lo mismo, que para hacer realidad un sueño solo hace falta tenerlo. Y en fabricar sueños y creérmelos os aseguro que soy una experta.
De momento, tengo una deuda de gratitud con un señor llamado David Austin, porque yo a él le di unos pocos euros y a cambio él me dio, seguramente, unos cuantos años de sueños renovados y de alegrías incontables. Y os prometo que las compartiré con todos vosotros.
CONTINUARÁ....