Siempre que hay un fin de semana laro, puente, vacaciones y otras fechas de descanso, yo preparo un plan de ídem. que más parece un dispositivo anti "horror vacui", siempre intentando evitar los tiempos muertos, ésos que puedo llenar de chocolate, mousse de limón, galletas de nata y cualquier otro invento de la humanidad destinado a aumentar el contorno de la cintura.
Y este último puentecillo no podía ser menos. El plan era perfecto: cavar las zanjas, pozas, huecos, catacumbas, o lo que sea, para poder plantar como se merecen los rosales que pronto vendrán, nada menos que ¡¡de Inglaterra!!
Recuperada ya del último lumbago he vuelto a probar en propia carne la receta de los riñones al jerez, que son uno de mis platos favoritos del reino de la casquería.
y no creáis que es atrezzo, aunque no me veáis vestida de mono verde, el ejercicio es auténtico, con la ventaja de que al hacerlo a mi aire puedo descansar cuando me da la gana y así, mientras descanso de la pala de cavar aprovecho para practicar con la pala de cargar y, si me canso de ésta, pues practico con la azada y....
Y cuando creo que ya no puedo más, pues me siento y contemplo lo poco que me falta, lo cual da mucha moral. (Ahora que me fijo, la verdad es que soy la leche; ¿se puede una poner más fina para este trabajo? Si hasta llevo la rebequita atada por la cintura, jejeje)
En resumen, entre el sábado y la mañana del domingo conseguí terminar los tres huecos que necesitaba y a continuación empezó a caer "la del pulpo" (llover a mares) y, como podéis imaginar, en lugar de agujeros ahora tengo unos maravillosos estanques de agua clara con un fondo de arcilla compacta que hace temer lo peor, o sea, que llegarán los maravillosos rosales deDavid Austin Roses y los tendré que poner a nadar.
Sea lo que sea, el terreno está preparado, así que ya os contaré el resto de la historia.