Cuando viajo a Hamburgo, mi hija Ana, conocedora de mi pasión por todas las manualidades y de mi natural caprichoso por probar y empezar miles de proyectos, me lleva a visitar una tienda "divina de la muerte" para cualquiera pero más para mí, digamos como el hipermercado de los hobbies, donde puedes encontrar cualquier material, herramienta, complemento o chorrada sublime para hacer, desde un cuadro al óleo de 2 x 3 m. hasta un álbum de fotos scrapbooking, pasando por jerseys, madera, cartonaje, adornos navideños, etc. El increíble lugar llamado "Idee-creativmarkt" me atrapa como un imán gigantesco y, si no fuera por no acabar con la resistencia de mis acompañantes, podría pasarme allí el día entero (y sin comer).
Este último viaje, desesperada por no poder traer todo lo que me apetecía por problemas obvios de espacio en la maleta y las consabidas "manías" de las compañías aéreas, me decanté por lo más inocente y neutral, lo más corriente entre tantas maravillas (mirad si soy infeliz, al fin): ¡lana!. Sí, sí, un solo ovillo, gigantesco, eso sí, para que no se diga que me vine sin nada, pero sólo eso.
El monstruito, de 200 gramos de mezcla de varias fibras preciosas, nos hizo gracia en principio para hacerle bufandas y gorros a mi pobre Ana (que tiene que soportar aquel invierno cruel en el que todo abrigo es poco) porque es muy cálida, amorosa y suave y porque la mezcla de colores en degradado lo hacía fácil de combinar con muchas prendas. Ella se compró también una combinación en granates-rojo-anaranjado igualmente preciosa.
Claro que la lana no viajó sola en la maleta, porque en Idee vendían también las agujas del sistema Knitt-Pro, que yo no me había decidido aún a comprar porque últimamente tejo más bien poco y además, acostumbrada a las tradicionales, que sujeto debajo del brazo, temía no ser capaz de tejer con este nuevo sistema. Pero fue verlas y ya no pude resistirme al capricho, así que Anina, como buena hija, se vio obligada a regalarme un equipo como para tejer toda la lana de Australia.
Lo siguiente fue dar un paseo por Ravelry y buscar un modelo sencillo de bufanda para que Ana pudiera también tejerse una y empezamos enseguida las pruebas. Luego yo me vine con mi ovillo y mi colección de agujas y por aquí anduvieron rodando hasta que el fin de semana terminé la primera bufanda, que ha sido para Paula esta vez, porque en Madrid también "rasca" de lo lindo.
Como la lana es muy gruesa y peluda, hemos elegido este punto calado que la hace muy esponjosa y ligera, además de rápida y fácil de hacer. Creo que mis dos hijas van a estar bien abrigadas sin perder glamour.
La he hecho un poco más ancha que el modelo de Ravelry y bastante larga, muy envolvente, de manera que en un momento dado puede usarse como chal.
Ahora tendré que hacer una para mí pero eso puede esperar porque el invierno en Oviedo viene con algo de retraso este año; debe ser porque ya lo llovió todo en julio.
Ahora pienso que haberme traído tantas agujas me obliga a reemprender proyectos de punto aunque me da un poco de pereza. Quizá con los fríos me vuelva una afición que fue auténtico vicio en el pasado.