Después de unos días de deambular por las tiendas "de todo un poco y algo más" en busca del mueble ideal para almacenar adecuadamente los hilos y otros accesorios del bordado, sin encontrar nada que me emocionase, llegué a la conclusión de que ninguno me gustaba tanto como uno que tengo desde hace años para las cosas de bolillos.
Entonces cambié de táctica y me fui directa a por él pero, para chasco, en una de las tiendas "CASA" de Oviedo me dijeron que hacía tiempo que no lo tenían y en la otra, que se les había agotado. Bueno, decepción, enfado, un poco de cabreo y vuelta a buscar.
Ayer salí con otra misión: buscar bandejas o cestas bonitas para los "plateaux de la brodeuse", también misión imposible. Me compré cuatro cosas diferentes, por si acaso, pero todas horribles.
El caso es que, cuando estaba en "CASA" Oviedo (la otra está en Parque Principado) revolviendo en busca de las bandejas, ¡¡¡¡os lo prometo, es la bomba!!!, le doy un bolsazo lateral a una pila de cojines que estaban en el suelo junto a un grupito de mueblecillos diversos y los tiro al suelo. ¿Qué diréis que apareció detrás?
¡El mueble que les pedí hace dos días y que, según ellas, estaba agotado! Yo no daba crédito, me daban mareos y no quería separarme de él por si alguien me lo quitaba antes de que llegara una empleada.
Finalmente atrapé a una muchacha y le pregunté si estaba reservado para alguien; me miró con extrañeza y dijo que no. Me agarré a él como si fuera la balsa salvavidas, me lo llevé a la caja, lo pagué, estaban a punto de cerrar, no podían esperar que volviera con el coche a recogerlo.
Ya podéis imaginar que "doña Intensa" no podía dejarlo hasta el día siguiente, así que me lo eché bajo el brazo haciendo equilibrios con otras tres bolsas de bandejas y cestas, el bolso, chaqueta, el foulard, 28 grados de viento sur, sofocos menopáusicos, un zapato que me hacía daño y me lancé, como una adolescente intrépida, a la calle, para recorrer más de un kilómetro que hay desde la tienda hasta el parking donde estaba mi coche.
Atención, el mueblecillo no pesa demasiado, pero mide 120x35x24, o sea, no muy cómodo para llevar puesto. Menos mal que iba envuelto en plástico que evitaba que se me fueran cayendo los cajones por la calle (hubiera sido la leche...)
La gente me miraba, o con curiosidad, o con compasíón, indistintamente, pero nadie se quedaba indiferente y yo rumiaba secretamente: "Hace sólo unos años, algún pringao se habría ofrecido a ayudarme, seguro, pero los cuerpos se estropean muy deprisa"... y, ayer, los paisanos veían el mueble andando por la calle, pero no la señora invisible que iba al lado.
Bueno, para terminar, acabo de comenzar la primera fase decorativa del chisme, una imprimación con una base blanca de cerusa que vaya impregnando el poro. Mañana, cuando seque, ya pensaré cómo seguir. Y, en cuanto lo acabe, os lo enseñaré.
Yo creo que es perfecto para las pequeñas cosas del bordado, ¿no os parece?. Veréis qué fin de semana más entretenido voy a pasar dándole vueltas. Otra vez se me va a quedar la ropa sin planchar, lo presiento.