CESTO DE COSTURA
Entre quienes me leen o me conocen personalmente, no dejará de haber más de uno o una que se pregunte (como hago yo misma a veces), para qué puede una necesitar tantos utensilios de costura habida cuenta de que solo se puede usar uno cada vez. Así que os enseño hoy uno más de esos maravillosos cachivaches que tanto repito y de los que me rodeo hasta que mi cuarto de los hobbies está próximo a reventar porque ya no caben más.
El caso es que yo no me dedico a hacer costureros, neceseres, bolsas, cajas, cestas y cuantos recipientes para usos múltiples se puedan nombrar; yo me dedico a hacer miles de cosas cada día, porque el no trabajar, perdón, quiero decir el no tener un horario fijo de estar fuera de casa, me permite ocupar todo ese tiempo, unas 16 horas cada día, a trabajar en mi casa y mi jardín, a ayudar a otras personas algún rato que otro y a disfrutar de mis muchas aficiones, entre las que los bordados, el punto de cruz, el punto de media, el crochet, la costura, el patchwork, ocupan un lugar principal.
Obviamente, si hiciera sudokus (que también 😉), no produciría nada más que papel para reciclar; pero si hago cientos de diseños de punto de cruz, que es lo más divertido y relajante para mí, produzco cientos de “trapillos” monísimos que me da pena tirar en un cajón y por eso aprovecho para convertirlos en cualquier objeto que sea útil y que pueda regalar o quedarme o primero lo uno y luego lo otro, que de todo hay.
En este caso, el objeto que presento tiene una historia un poco especial, no es simplemente algo que he hecho para aprovechar mis cruces bordadas, sino que es el resultado de un trabajo hecho en compañía “virtual” de otras personas, todas seguidoras del proyecto en forma de SAL (acrónimo de “Stitch-A-Long”) convocado por Nuria, http://lacasinaroja.com, con el objetivo de bordar la colección de gráficos publicados por la firma “Blackbird Designs” bajo el título “For the birds”.
La propuesta incluye bordar un gráfico al mes y después reunirlos para formar el cuerpo de un cesto, que también debemos confeccionar en su totalidad, siempre bajo la dirección online de Nuria y con la ayuda de sus instrucciones perfectamente detalladas e ilustradas. Es un tipo de proyecto que me encanta, porque sin moverme de casa me permite compartir objetivos, conocimientos, inquietudes, ideas, dudas y soluciones con multitud de personas de cualquier parte del mundo y con las que muchas veces llegamos a establecer verdaderos lazos de amistad. Realmente, poder dedicar tiempo a mis aficiones ya es un lujo y si además una parte de ese tiempo lo puedo compartir con gente que comparte mis gustos el lujo es doble.
La colección “For the birds” consta de 9 gráficos de las mismas dimensiones y características en torno al tema de los pájaros, uno de los tópicos preferidos por esta diseñadora, que en su propia marca lleva el nombre del mirlo (Blackbird); para hacer la cesta hemos utilizado los seis primeros, mientras que reservamos los tres últimos para otro montaje que todavía está en proceso.
Pese a que el cesto es un proyecto bastante laborioso, ha sido realmente muy sencillo de ejecutar gracias a las instrucciones de Nuria, que nos guía paso a paso y hemos dispuesto de bastante tiempo para tomarlo con calma y disfrutarlo. Una vez terminado tiene unas dimensiones (31x15x15) ideales para usarlo de mil maneras: para tener los sudokus y los bolis 😉, el periódico y los crucigramas, el punto con sus ovillos y agujas, un nuevo trabajo de patchwork, el punto de cruz, ese vestido que estás haciendo para tu nieta, madejas de lana, los muñecos de “littlecottonrabbits” en proceso, la agenda y el estuche de lápices, etc., etc., qué os voy a contar, se me ocurren mil y una ideas.
En estos días a mí me está sirviendo para una labor de punto que tengo en marcha, luego ya iré viendo.
En la confección del cesto hemos utilizado todo tipo de materiales y técnicas de costura: en el exterior el punto de cruz, bordado sobre lino con hilos teñidos a mano por Weeks Dye Works.
Para el interior yo he utilizado una tela de algodón de Patchwork en tono coordinado con los bordados y he realizado los remates finales con hilos de perlé Valdani y pequeñas cuentas de cristal.
Para reforzar las paredes y darle la rigidez necesaria hemos empleado un relleno sintético llamado Jefitex, se trabaja muy bien y ofrece muy buenas prestaciones.
Aunque estoy acostumbrada a hacer todo tipo de objetos con mis bordados, el cesto me ha entusiasmado cuando lo he visto terminado y he sentido la necesidad de mirarlo, buscarle utilidades, y complementarlo con otros accesorios, todo para tenerlo siempre a la vista, porque realmente es precioso. Empecé por ponerle un bolsillo interior en uno de los laterales más largos, porque en un recipiente de este tamaño viene bien algún compartimento.
Más tarde me decidí a confeccionar un juego de accesorios que serán útiles si el cesto se destina a alguna actividad de costura o bordado: un librito para agujas, un alfiletero, un cojincillo busca tijeras y una funda para la tijera. Todos ellos bordados con motivos extraídos de los gráficos de la cesta, ya que hay tantos pequeños detalles, todos preciosos, que es muy fácil extraer unos cuantos adecuados para estos objetos pequeños.
Naturalmente la estética de estos complementos es idéntica a la elegida para el cesto, así que están confeccionados con los mismos materiales y técnicas, de modo que hacen un conjunto ideal.
Puestos dentro de la cesta la hacen útil para cualquier labor y en caso de que la usemos para otra cosa, como guardar telas, lanas, etc, podemos destinar los complementos a otro de esos infinitos neceseres o envolverlos en un bonito paquete y hacer un regalo delicioso a alguna persona a quien le gusten este tipo de labores.
Los accesorios de la cesta
Yo qué voy a decir, no me gusta presumir de mis cosas, pero en esta ocasión el mérito es de una buena amiga, Nuria, la dueña de la idea y la curranta que se ha metido la trabajera de redactar todas las instrucciones y dirigir todo el proceso y por eso puedo presumir de haber participado en un proyecto maravilloso, divertido, estimulante y que ha terminado con esta cesta increíble.
Sirva esto para que veáis que, lejos del ritmo frenético con que hacía labores antiguamente, aún hago cosas de vez en cuando, pese a que lo que no conservo con la misma intensidad es la costumbre de publicar en el blog, vamos que lo tengo abandonado, al extremo de que he vuelto a perder mi suscripción por falta de atención (se me olvidó pagar mi cuota de mantenimiento 😱) y con ella el nombre de dominio, después de lo que me costó recuperarlo en otra ocasión y los trastornos que me ocasionó. Pese a todo, esta vez no me voy a desmelenar, no vale la pena, es lo que hay.
Por supuesto, no he estado parada, he hecho montones de cosas, solo que ahora muchas más con y para mis nietos, más por mi jardín, que está cada vez más bonito y se me hace muy grande, jajajajajaja y os confieso que muchas veces echo de menos mis labores de antes, mi frenesí de cámara en ristre buscando lugares y encuadres, las horas editando fotos para publicar dignamente, una locura de actividad ilusionada en torno a este querido blog para poder publicar, al menos, cada semana.
Eso no es posible ahora, la continuidad es difícil porque ocupa más tiempo del que tengo, pero tampoco mi ánimo es el mismo, he pasado meses duros, aislada de todo para que la realidad circundante no me haga daño, no me haga sentir como si todo lo que he sido y hecho en la vida no ha servido de nada. He desconectado de los medios de comunicación, primero de la televisión, cuatro meses ya sin encenderla y creo que será definitivo, luego de los periódicos, la radio, he ido cerrando ventanas, me he envuelto en una burbuja protectora y no quiero saber nada de nada, de verdad. Ya sé que no es lo normal y que vivo en una realidad paralela, pero así he conseguido ser mucho más feliz, mis niños, mis flores, mis bordados, mis comidas, mis playlists, mis libros, mis amigos y algún culín de sidra de vez en cuando.
Bueno, al menos he encontrado un rato para escribir y eso ya es un motivo de alegría para mí, ojalá que se repita pronto.