¡Holaaaaaaaa!, ¿Cómo estáis?, dejadme que os dé un abrazo, hace mucho que no os cuento nada y este reencuentro merece un saludo algo más efusivo de lo ordinario. De verdad que mi silencio de tantos meses no ha sido premeditado, sino más bien fruto de la pereza, la inercia, de la pérdida de costumbre de escribir y también de no considerar digno de ser contado aquello que me iba sucediendo, pero hoy me han vuelto las ganas de reencontrarme con vosotros ( a los que ni siquiera conozco y que, paradójicamente, echo de menos. ¡Qué cosas tiene el mundo digital!) y he decidido romper ese silencio para entrar en este mundo paralelo y recuperar al menos el contacto.
Siete meses exactos han pasado desde mi última publicación en el blog, casi el sueño de la bella durmiente y no tendría sentido contaros ahora todo lo que puedo haber hecho en ese tiempo, mucho más dedicado a la familia y a la casa y por ello menos propio de ser expuesto en un blog de ocio y hobbies, principalmente.
Pues veréis, en estos días, en el llamado “puente de Todos los Santos “, se cumplen los 25 años de mi casa, del traslado a este lugar que aún estaba a medias de hacer, completamente en precario, pero en el que me instalé con mis dos hijas, entonces adolescentes y unas enormes dosis de inconsciencia e ilusión. En esta semana, pues, estamos de celebración de esas “bodas de plata” de un acontecimiento tan importante en nuestras vidas, pero yo ya llevo celebrando y sobre todo planteando las necesarias renovaciones de la casa y el jardín desde que empezó el año.
Es normal que al cabo de 25 años todas las casas necesiten algo más que un lavado de cara y por eso tocaba ponerse a remodelar y sustituir, reparar y reconstruir, pero si me conocéis un poco no os costará mucho adivinar por dónde empecé yo, “doña Cero Sentido Práctico”: efectivamente, por el jardín, que es donde vivo salvo que el frío indique lo contrario.
Claro que las fachadas necesitan unos brochazos de pintura, que habría que cambiar la cocina, que quizá los sanitarios ya no son tan modernos, que la carcoma ha atacado algunos muebles antiguos que habría que eliminar o reparar, que....
Todo eso está ahí, lo que ocurre es que el jardín también envejece y deja ver ya consolidados los errores de planteamiento que en su día cometí y que ahora han adquirido proporciones imposibles de ocultar. Hay muchas cosas que ya no podré cambiar con mis fuerzas actuales y futuras, pero a las que sí podía remediar por completo o mejorar en parte, he dedicado toda la energía que he podido sacar de mi cuerpo en todos estos meses: he arrancado (no podar, arrancar) más de 40 metros de seto que se había deteriorado y descontrolado sin remedio, he levantado parterres completos y he cambiado las especies existentes por otras de más bajo mantenimiento, he creado nuevos arriates y reformado otros, he plantado cientos de plantas, sobre todo arbustos y nuevos árboles, he podado salvajemente árboles magníficos para evitar problemas con linderos y vecinos, ....En definitiva, he realizado cambios importantes, que no solo han mejorado el diseño del jardín, sino que lo hacen más fácil de mantener en el futuro, algo que dada mi edad y circunstancias es muy, muy aconsejable.
En fin, he trabajado muchísimo, hasta el agotamiento muchos días, semanas enteras en las que para poder moverme tenía que tomar analgésicos continuamente y con secuelas que todavía me duran y que han aumentado mis dolores crónicos a niveles un poco más insoportables 😖, pero la recompensa ha valido la pena y el jardín me ha devuelto los desvelos con la mejor temporada de estos 25 años, ha estado y está aún maravilloso.
¡Ah! Y mis pobres árboles , mutilados hasta lo inverosímil, han recuperado mucha de su frondosidad y aunque un poco más pequeños, vuelven a estar hermosos. En su momento esta poda me ocasionó un auténtico trauma y más de una lágrima, así que he pasado el verano espiándolos día a día para ver si volvían a reverdecer y afortunadamente parecen haber olvidado la agresión.
Algunas de las obras de jardinería de esa primavera-verano: arrancar seto, podar árboles, construir senderos, limpiar malezas
Luego vinieron las vacaciones, días de niños jugando felices, de charlas interminables, comidas, celebraciones, visitas, vida en familia disfrutada hasta el último minuto. Cansancio y felicidad a partes iguales, satisfacción de verlos a todos juntos, de ver a los primos (mis nietos), conocerse y entenderse, quererse y compartir la vida al completo.
Muy de vez en cuando he encontrado algún ratito para hacer alguna labor, poca cosa y sin tiempo para contárosla: punto para los niños, algún vestidito, un poco de ganchillo, poco punto de cruz, ropa de bebé, algo de bolillos. Siempre cosas pequeñas y rápidas de hacer y de las que casi no hice fotos, salvo alguna con el móvil sobre la marcha.
Algunas labores de estos meses
Pese a todo, saqué unas pocas horas para seguir, a trancas y barrancas, el SAL convocado por Nuria, de La Casina Roja, para bordar y construir una casita costurero y sus complementos. Lo terminé tarde, pero finalmente la “Petite maison brodée” con su alfiletero y el cojincito busca-tijeras está lista para acompañar cualquier proyecto que se me ocurra en lo sucesivo o simplemente para mirarla y disfrutar, es sencillamente preciosa.
El exterior está bordado sobre lino Zweigart en color Flax y en el interior he puesto una tela de algodón en un estampado a juego con los tonos verdes azulados de los bordados.
Los bordados van enriquecidos con cintas de seda y cuentas de cristal, lo que da un acabado lujoso en contraste con los botones de madera rústica que evocan el ambiente alpino de este pequeño “chalet” de montaña.
Así, más o menos, resumiendo un poco para no cansar, llegamos al momento actual y a las razones por las que me he decidido a volver a publicar e intentar recuperar un ritmo más regular en mis proyectos de labores y en las correspondientes entradas en el blog. Para empezar, he descansado, he puesto en orden asuntos pendientes y con ello he recuperado el tiempo necesario para volver a “perderlo” bordando, tejiendo o leyendo novelas. Llega el horario de invierno, las largas y oscuras tardes en que nos refugiamos en casa y, al abrigo del sofá y la chimenea, apetece volver a las lanas, los bordados, la lectura, las actividades en definitiva que nos mantienen en calma y a gusto.
Por otra parte, desde hace algún tiempo venía siguiendo a través de internet información acerca de una nueva forma de gestión de la agenda personal llamada por su creador “Bullet journal”, que despertó mi curiosidad desde el principio y después de ver múltiples ejemplos, me decidí a probar. Así que me compré un par de cuadernos chulísimos, una buena provisión de bolígrafos y rotuladores de colores y me puse manos a la obra a registrar ordenadamente todas las ideas, proyectos, deseos, sueños, ocurrencias, planes, eventos, etc, que iban brotando de mi cabeza a medida que escribía y ese ejercicio de escribir me ha ayudado a recordar todas las cosas que en algún momento quise hacer y se fueron quedando aparcadas, es decir, he recordado lo que me gustaba, lo que me apetecía, lo que soñaba, lo que permanece en espera en mis cajones e incluso por encima de las mesas, zarandeado de aquí para allá. Y al volver a ver gráficos, revistas, libros, telas, hilos maravillosos, he sentido revivir la ilusión, las ganas de bordar y de discurrir, de verme rodeada de cosas bonitas, de leer libros interesantes y divertidos y me he lanzado a por mis agujas. Sin apenas darme cuenta me he visto con uno de esos proyectos atrasados en mis manos y en menos de una semana he conseguido acabarlo, emocionada, encantada, feliz y eso me ha llevado a pensar en el blog y abrir la tablet con ganas de contarlo. Ha sido como una siesta muy larga, todo me esperaba en el mismo sitio donde lo dejé.
Se trata de un conjunto de accesorios de bordadora diseñados por Jardin Privé bajo el título “Les Oiseaux bleus” (Los pájaros azules) y consta de neceser, librito de agujas, estuche para tijeras, almohadilla busca-tijeras y un porta-hilos.
Unos sencillos diseños de punto de cruz que se bordan rápidamente porque no tienen ninguna dificultad y que, además, por su tamaño reducido, permiten aprovechar pequeños restos de tela que siempre tenemos en casa. Para los hilos me he permitido sustituir los indicados por los de mi cosecha propia y aunque los recomendados son los DMC, que están al alcance de cualquiera, he seleccionado los equivalentes en color entre las marcas Gentle Art y WDW que tengo en casa y que, al ser matizados y teñidos a mano, quedan muy bonitos.
La diseñadora incluye unas instrucciones de montaje que son un auténtico lujo, con toda clase de gráficos, ilustraciones, medidas y datos, presentados paso a paso y a todo color y con tal claridad que cualquiera puede seguirlas con éxito incluso si no se habla francés.
Los accesorios de costura
La diseñadora propone como trousse o neceser, estuche o como queramos llamarlo, una cajita monísima con el bordado aplicado en la tapa, pero con un tamaño demasiado reducido para contener los tres accesorios que lo complementan. Si se va a usar en casa, no tiene mucha importancia porque la mayoría usamos una bandeja, una cesta, o un cajón para tener a mano nuestros accesorios de costura; pero yo quiero que mis neceseres, a ser posible, me sirvan para llevar de viaje, porque sabéis que me gusta bordar un poco en el tren o allí donde vaya.
Por esa razón, me ha costado decidirme entre la cajita propuesta, que me encanta, u otro tipo de recipiente donde me quepa todo lo necesario para bordar. Finalmente me decidí por diseñar un neceser sencillo, fácil de confeccionar y de un tamaño adecuado para aplicar el bordado en el exterior y meter todos los utensilios, junto con la tela, gráficos hilos, etc, necesarios para una labor cualquiera.
El resultado es la bolsita que vemos aquí y que cumple todos esos requisitos.
Para el punto de cruz he utilizado lino Belfast de Zweigart, en color Antique Ivory y los hilos son de las marcas Gentle Art y Weeks Dye Works, todo adquirido en la tienda online “La Casina Roja”.
Para el montaje he utilizado guata semi-rígida de foam, porque no tenía a mano Jefitex en cantidad suficiente. No es lo idóneo seguramente, pero ha quedado bastante bien para los accesorios pequeños.
En el neceser he decidido acolchar a máquina la tela exterior con el relleno para darle más cohesión, además de decorar un poco el cuerpo de la bolsa.
Las telas elegidas para los acabados son restos de mis fondos de armario y pertenecen a la colección “Cinnamon Spice” de Blackbird Designs para Moda. Son una combinación en rojo cereza estampado “ton sur ton” y otra en el mismo tono con estampado floral multicolor, además de unos trocitos de un estampado en verde musgo. También he usado pequeños retales de lana para el librito de agujas. Como no quiero quitar protagonismo al bordado, he colocado la tela más discreta en el exterior y la colorida ( y maravillosa) en el interior.
He usado algunos charms, cordoncillos hechos con hilo de bordar y pequeños botones para adornar las piezas. Para cerrar la trousse he colocado un cierre de imán y he colgado una gruesa bola resto de un viejo collar, que adorna al tiempo que ayuda a cerrar sola la tapa por el peso.
Lo bueno de tener un nuevo neceser de bordado es que es tan bonito que se justifica por sí mismo, por eso, cuando alguien me pregunta para qué necesito uno nuevo siempre digo que porque es diferente de todos los demás y también es bonito y además es muy estimulante estrenar un nuevo equipo, porque eso te impulsa a emprender inmediatamente un nuevo proyecto por el mero hecho de meterlo en su interior.
Solo porque soy vieja debéis hacerme caso, si os gusta no deberíais tardar en hacerlo, porque es un capricho barato, muy fácil de conseguir, se hace muy rápido y es muy útil y si alguien necesita de mi ayuda para interpretar los patrones o quiere hacer el neceser como el mío, etc., ya sabéis que estoy dispuesta a echaros un cable.
Nos hacen falta alegrías ,que para amarguras ya viene bien cargada la actualidad y no me digáis que no os apetece hacer un corte de mangas y mandar todo a la m. Yo ya estoy en ello.
Me alegro mucho, mucho, de haber vuelto. Hasta pronto