SIMPLY AUTUMN
Muchas veces bordo cosas porque me gusta y luego me cuesta encontrar la manera de usar el bordado para construir algún objeto útil, práctico, decorativo o, simplemente, bonito. Es frecuente que tenga que devanarme los sesos durante días hasta encontrar la receta mágica. Pero otras veces, como en esta ocasión, es ver el gráfico y ¡Flaaaaassssshhhhh!, tengo claro cómo lo voy a utilizar incluso antes de empezar a bordarlo.
Lo compré un viernes, llegué con él a casa, preparé rápidamente tela, hilos, neceser y me dispuse a bordar. Previamente, mido sobre la tela las dimensiones aproximadas que tendrá el bordado terminado, reparto los márgenes, hago unas marcas con el bolígrafo que se borra y ahí ya vi que el formato tan alargado y las medidas finales eran perfectas para un nuevo neceser, esta vez un poco especial, que venía necesitando con urgencia desde hace mucho.
El modelo es rapidísimo de bordar, sobre todo en la tela que he elegido esta vez, el lino Dublín, de trama muy abierta y que deja ver los hilos con toda claridad. Cuando se tiene una vista tan deteriorada como la mía, de verdad que se agradece muchísimo trabajar en esta tela. Había teñido un corte hace algún tiempo, para bordar dos cojines que os enseñé por Navidad y tenía un trozo sobrante que fue justo para este precioso diseño otoñal de "The Drawn thread", una firma que siempre consigue encantarme con sus elegantes modelos.
Parece increíble que alguien que fabrica un neceser para labores a un ritmo de uno por mes (al menos), pueda necesitar uno más, pero en realidad los hago por el proceso en sí mismo, que es lo que me divierte, sin perjuicio de que ver cosas bonitas y delicadas a mi alrededor me hace un poco más feliz.. Luego me las arreglo para usarlos de vez en cuando, alternando y además nunca faltan ocasiones para regalar uno a alguien, con el pretexto que sea, así que viene bien ir creando nuevos modelos.
No obstante, esta vez es diferente, necesitaba un estuche especial para mis agujas de tejer "knit-pro" y llevaba tiempo pensando en el formato y el acabado, pero sin poderlo concretar hasta que "Simply autumn", que es como se titula, llegó a mis manos.
Desde que tengo memoria he hecho punto, mucho antes que coser o que hacer punto de cruz o bordado o papiroflexia o jardinería; incluso antes que la albañilería y las chapuzas del hogar, yo he vivido rodeada de ovillos de lana y agujas de tejer, hasta el punto de haber sido mi principal ocupación de ocio y también de supervivencia durante largos periodos de mi vida.
El punto ha vivido etapas muy dispares desde que yo empecé a relacionarme con él, en torno a mis diez años. Hubo épocas de auténtico furor, en las que todo el mundo se hacía sus jerseys o los encargaba y las tejedoras, a mano o a máquina, podían sacarse un buen complemento económico haciendo jerseys para todo el mundo. Luego las tiendas de ropa barata dejaron a un lado esa necesidad y durante muchos años se abandonó la costumbre de llevar jerseys hechos a mano hasta hace pocos años, en que hemos vuelto a tomar las agujas y el punto ha vuelto con una fuerza nunca antes conocida.
Mi madre tenía una pequeña y elemental máquina de tejer de la marca "Erka", muy popular en mi infancia; éramos muchos niños pequeños a los que vestir y este sencillo aparato ayudaba mucho para tejer prendas de todo tipo con las que vestirnos de manera fácil y económica. Desde muy pequeña me enseñó a montar los jerseys que ella tejía y así los terminábamos con mayor rapidez.
Con el tiempo, las vicisitudes de la vida hicieron necesario inventarse modos de ayudar a la supervivencia y con esa sencilla máquina y luego otra un poco más evolucionada,montamos un humilde taller donde hacíamos prendas de punto para vender, por encargo. Fueron años duros, de mucho esfuerzo, en los que al alimón y robando horas al sueño íbamos dando salida a los encargos que nos ayudaban a comer.
De ese tiempo guardo buenos recuerdos y conservo buenas enseñanzas, porque mi madre era muy perfeccionista y responsable con las prendas que tenía que entregar a sus clientes, no soportaba una manga mal montada o una tira de escote que no estuviera impecablemente cosida con perfectas puntadas a la vista. La redondez perfecta que ella conseguía sigue pareciéndome todavía impresionante. Aprendí mucho y pude ponerlo en práctica el resto de mi vida, porque cuando la máquina dejó de ser negocio, yo ya tenía el hábito de tejer y seguí haciéndolo a mano, especialmente para mis niñas, para otros bebés, para mí, hasta hoy, aunque también con altibajos.
En casi 50 años de tejer punto, es fácil imaginar la cantidad de agujas que habré llegado a acumular, de todos los formatos y materiales que la industria del ramo ha ido sacando al mercado, desde las primitivas de hierro a las más actuales de carbono, bambú, madera o metacrilato, he ido comprando todas las novedades y nunca he tirado ninguna; pero además, también conservo todas las de mi madre, que ella me regaló cuando perdió las ganas de tejer y también algunas más que han ido llegando a mí de otras herencias.
En resumen, unos 8 o 9 pares de cada número, al menos, que me he visto obligada a organizar hace poco tiempo, aburrida de tener que revisar una docena de tubos diferentes cada vez que buscaba un número concreto.
Y entre todas, mi adquisición más moderna, las puntas de madera y sus accesorios de la marca "Knit-pro", que conocí en Hamburgo hace unos diez años, luego encontré por internet y ahora, por fin, ya se encuentran en todas partes. Dado que son bastante delicadas y frágiles, aparte de que sus accesorios son cosas de pequeño tamaño, fáciles de extraviar, enseguida me hice una funda para guardarlas, pero seguí comprando y desde hace algún tiempo la funda se había quedado pequeña, además de tener algunos incómodos fallos de diseño.
Decidida a fabricar una nueva funda para guardarlas que fuera verdaderamente útil, esta vez me tomé un poco más de tiempo del habitual en diseñar la bolsa, estuche o neceser más idóneo; armada de cuaderno, lápiz y goma y con todos los cachivaches que necesito organizar y guardar, a la vista, he ido dibujando y anotando todo lo que se me ocurría, antes de atreverme a cortar un centímetro de tela.
Partiendo del bordado, la siguiente operación complicada fue buscar las telas adecuadas sin salir de casa, que ir a comprar tiene menos mérito y a mí, además, me da mucha pereza. Por tanto, puse los armarios patas arriba y, para mi suerte, aparecieron unos packs de telas que me habían regalado hace años y nunca había usado porque los tonos no eran fáciles. Hete aquí que colocados junto al bordado, coordinaban a la perfección. Y como las cosas fáciles tienen menos encanto, jjjjjjj, las telas que me servían eran escasísimas, por lo que aprovechar hasta el último trocito se convirtió en una prioridad absoluta. No imagináis la angustia para una derrochona como yo, que odio la escasez, en todo.
Paso a paso fui componiendo cada uno de los apartados, primero con el interior, optimizando al máximo el espacio disponible y creando, uno a uno, compartimentos lo más adecuados posible para cada tipo de accesorios, unos con cremallera, para las cosas más pequeñas y que pueden perderse con facilidad, otros con cierres automáticos, con tapeta, bolsillo abierto, etc., un ejercicio divertido con muchas pruebas, quitar y poner, hilvanar y descoser, así durante varios días, con mi puzzle a vueltas, hasta lograr el resultado que ahora veis.
Finalmente, me decidí por un formato de estuche en libro, cerrado en todo su contorno con cremallera, para proteger mejor el contenido y dos hojas interiores con bolsillos en sus dos caras.
Tanto las tapas exteriores como las hojas del interior están armadas con relleno tipo "Jefytex", que da la rigidez necesaria para este tipo de neceser y cada uno de los bolsillitos está confeccionado con tela doble y una entretela adhesiva fina entre las dos capas de tela, así tienen consistencia sin excesiva rigidez.
Estoy muy contenta con el resultado, el neceser o estuche ha resultado tan práctico como yo esperaba y todo el equipo "Knit-pro" queda perfectamente organizado y a salvo en su interior. Además, todavía queda espacio para seguir ampliando la colección, aunque ya creo que me faltan pocas cosas que añadir.
Otra cosa son los fallos de costura y algunas chapucillas que se ven a simple vista, pero he tenido serios quebraderos de cabeza para montarlo, ¡uffffffffff!, especialmente con la cremallera, que sigue siendo mi talón de Aquiles: nunca, pero nunca, consigo que una me quede bien puesta.
Ahora voy a mostraros uno a uno sus detalles por si alguna quiere coger la idea y hacerse algo parecido. Las dimensiones finales son 29 x 20 x 4 cm
Las puntas (agujas), van en la parte interior de las dos tapas. Los compartimentos van aumentando su anchura a medida que las agujas son más gruesas
Cerrado con cremallera, un bolsillo pequeño para los topes, conectores y llaves, todos objetos muy pequeños
Imprescindible, un bolsillo para los cables; esta vez con tapeta abrochada con un "snap" de plástico (He aprovechado para comprarme una tenza de poner snaps y un surtido de ellos en muchos colores; son muy prácticos y fáciles de poner)
En la página siguiente, bolsillo para una tijera, cerrado también con snap y un bolsillo abierto para la regla de calibrar agujas y unos lápices, que siempre hacen falta
Un último bolsillo para la calculadora de puntos y vueltas y un pequeño cuaderno donde tomar apuntes y medidas
Finalmente, la contratapa, con más puntas y algunos imperdibles, además de las agujas de cruzar trenzas
Espero que mi idea os haya gustado y os pueda ser útil, realmente yo creo que el estuche ha quedado más cómodo y práctico que muchas de las fundas que se comercializan por ahí y además, adornado con su precioso bordado otoñal, a mí me tiene encantada, ahora siempre sé dónde están todas las cosas que necesito para tejer.
También he hecho unas fundas para las agujas largas, pero eso ya será en otro artículo.