¡Qué trabajo me está costando recuperar los proyectos que había dejado pendientes al principio del verano!. Es más, ni siquiera recuerdo dónde tengo guardada cada cosa después de tanto tiempo y teniendo en cuenta que no soy muy ordenada en general, me estoy volviendo loca para recordar qué venía a continuación.
Veréis, tampoco me definiría como desordenada, es una cosa diferente, no es que viva en un caos con todo por ahí tirado, sino que casi siempre las cosas están recogidas en un sitio; lo malo es que el sitio suele ser diferente cada vez y por eso el resultado es el mismo que si estuvieran tiradas en un montón en medio del garaje y eso conlleva siempre que encontrar algo necesite mucho tiempo y paciencia. ¿Sabéis eso que pasa cuando recuerdas dónde has guardado lo que buscas y vas disparada a buscarlo allí pero resulta que ese lugar que recuerdas era el de una ocasión anterior y después lo habías cambiado de sitio y ese nuevo sitio lo has olvidado por completo? Pues eso me pasa a mí cada vez.
Durante muchos años mi considerable memoria me salvaba siempre de este caos particular, haciendo que no constituyera un problema especial, pero eso ya se acabó y ahora gasto más tiempo en buscar que en hacer y, lo que es aún peor, cuando por fin encuentro lo que busco, rápidamente lo coloco en un nuevo lugar creyendo que ahí será donde mejor lo controlaré en lo sucesivo, pero no es verdad, solo consigo aumentar el caos en forma exponencial.
En esta pelea que traigo contra la pereza, me he puesto a recolocar, por enésima vez, el cuarto de la costura y las manualidades, a ver si así me animo a retomar mis obras pendientes y he encontrado varios inacabados, entre ellos este "Winter Wienerland" que había terminado hace mucho tiempo, quizá cerca de las Navidades y me faltaba darle el acabado en caja que tenía claro desde que lo bordé.
No puedo contar ya cuántas cajas habré forrado con telas y bordados, pero es uno de los acabados que más me gustan y además de que a mí me encantan, también son perfectas para regalar y por eso procuro tener siempre alguna por ahí guardada con amor, en espera de una ocasión especial.
Esta tuvo un destino concreto desde el mismo momento en que acabé el bordado y comprobé que las medidas finales me servirían para el tamaño de caja que necesitaba desde hace tiempo.
Ocurre que hace un par de años, mi querido amigo Alfonso me hizo un regalo de esos que a alguien como yo le pueden hacer llorar de emoción, una maravillosa colección de bobinas de hilos de seda que son uno de los tesoros de mi almacén de materiales de bordado y aunque protegidos y envueltos, no les había encontrado un sitio adecuado a su categoría para tenerlos bien guardados y al mismo tiempo disponibles, listos para mirarlos y tocarlos de vez en cuando, porque son una auténtica delicia. Sabía que tenía que hacer una caja para ellos pero necesitaba unas medidas especiales y nunca acababa de encontrar el bordado idóneo, hasta que llegó este diseño de Plum Street Sampler y me di cuenta de que era el apropiado.
Se trata de un modelo compuesto de motivos navideños, o más bien invernales, sencillo, original y divertido, que bordé en un retal de lino Belfast de color azul grisáceo que hacía tiempo que quería probar.
El proceso de bordado también resultó inesperadamente accidentado, porque el retal era muy justito y fue necesario contar muchos hilos y hacer muchas medidas para encajar los márgenes al milímetro. Lo malo es que, después de tanto medir y marcar, fruto de estas cosas de la cabeza que ya he dejado de controlar, empecé el bordado en un punto equivocado y para cuando me di cuenta del error, ya tenía hecho más de la mitad del motivo y lo que me faltaba por bordar ¡no cabía en el espacio de tela que quedaba!
Después de gritar, quedarme pálida, desesperarme, enfadarme, tirarlo, meterlo en un cajón y decidir abandonarlo, al día siguiente, ya en frío, decidí dedicarle unos minutos a ver si había una solución posible, puesto que daba pena desperdiciar lo ya hecho.
Así que me puse manos a la obra, a contar cruces en el gráfico e hilos en la tela para comprobar cuánto espacio me faltaba y después de horas de cálculos decidí acabarlo con muchas modificaciones, reduciendo todas las letras de la palabra "wienerland" y los espacios entre ellas, además de eliminar algunos otros motivos que podían ser "prescindibles", todo ello intentando que no se notara demasiado desequilibrio con la otra mitad, ya que en el gráfico original son prácticamente simétricas. Finalmente, el bordado es un poco más corto de lo esperado pero he podido utilizarlo para hacer mi gran caja.
Para mí, que suelo exagerar el margen que dejo alrededor de mis bordados, fue un sufrimiento horrible tener que trabajar con esas limitaciones pero afortunadamente creo que una vez acabada la caja no se nota nada, sobre todo para quien no conozca el gráfico original.
Ahora da gusto ver mis bobinas tan colocadas en su caja hecha a medida, listas para embellecer cualquier bordado y para deleitarme solo con verlas y tocarlas, tan brillantes y suaves, con esos colores increíbles, son perfectas hasta como adorno.
En cuanto los tuve en mis manos comencé a hacer un camino de mesa bordado con ellos y aún no he sido capaz de terminarlo pero cualquier día lo haré, porque está quedando precioso. Al fin y al cabo esa es la norma de la casa, empezar muchas cosas y acabar solo algunas.
Para forrar la caja he elegido dos telas de algodón coordinadas en tonos parecidos a los hilos del bordado, cálidos y discretos y he rematado la tapa con un piquillo de terciopelo en un tono verde musgo muy oscuro. Me gusta mucho cómo ha quedado, alegre y discreta a la vez y con un tamaño estupendo.
En cuanto al formato, sigo practicando con el tipo de caja-libro, que me resulta cómoda de usar y se adapta a la mayoría de necesidades. Realmente ya he hecho unas cuantas y son las que más me gustan, lo único que no consigo es perfeccionar el remate de las esquinas pese a que me esfuerzo bastante. En fin, el caso es seguir en la pelea y tener siempre proyectos entre ceja y ceja, no dejar a la mente descansar porque a mi edad, en cuanto paras un poco, la maquinaria se oxida y después no hay manera de arrancarla. Así que, seguiré perseverando, en estas y otras cosas que se me ocurran.
Hasta pronto