Hoy no es un día cualquiera ni un post cualquiera. Hoy es un día absolutamente especial porque, por fin, puedo enseñaros el último abecedario de la colección "Abecedarian series" de Blackbird Designs, el único que nos faltaba para completar el proyecto que hemos ido compartiendo en los últimos 22 meses. Casi no puedo creerme que estemos a punto de terminar esta aventura que habíamos empezado, cargados de ilusión, en septiembre de 2013, ¡casi dos años ya!. Lo que estaba previsto para hacerlo en poquito más de un año se ha ido alargando hasta hacerme temer que no pudiéramos terminarlo, casi un año adicional de espera que se ha convertido en una prueba de paciencia para todos.
No puedo ni contaros la frustración que me ha producido ver pasar los meses sin noticias de este último abecedario, espiando continuamente los pasos de la diseñadora por todos los medios a mi alcance, segura de que muchos de vosotros estabais sufriendo este retraso y perdiendo la ilusión con la que nos habíamos lanzado a hacer un proyecto tan bonito. Menos mal que los malos momentos se olvidan rápido cuando por fin las cosas fluyen como se esperaba y en este momento me siento muy feliz, enseñando mi recién terminado abecedario número 12.
No sé si por haberlo esperado y deseado tanto, a mí me ha parecido precioso y lo he bordado volando aunque, en contra de lo que cabría esperar, no me lancé de cabeza a ello y he preferido acabar antes otras labores que tenía en curso para no andar dejando flecos pendientes que luego nunca consigo terminar.
Me ha ayudado mucho para bordarlo muy deprisa mi nuevo accesorio preferido, un bastidor de 35 cm. de diámetro, que me permite tener todo el diseño siempre a la vista, sin necesidad de andar desmontándolo y con la facilidad de usar las dos manos, con lo cual la velocidad y comodidad al trabajar son increíbles.
Una vez terminado ya podéis imaginar que me he puesto de inmediato a montar los bloques de la manta, comprobando que, por suerte, las dimensiones de este abecedario son exactamente las esperadas y, en consecuencia, los planos de montaje que os había enviado son correctos y podéis seguir preparando todo como estaba previsto.
El proceso de montaje de mis bloques está bastante avanzado y muy pronto podré enviaros el resto de las instrucciones, concretamente la parte correspondiente al acolchado y costura de la manta, pero en cualquier caso, no será antes de que me tome unas pequeñas vacaciones en Provenza para cargarme la pila de sol, que tanto me ha faltado en esta desapacible primavera.
Para bordar esta preciosidad he utilizado lino Belfast blanco antiguo que he teñido con té negro para conseguir un tono beige clarito, un poco manchado, muy parecido a todos los demás que he ido tiñendo para este proyecto. Los hilos son los recomendados en el gráfico, una selección preciosa, muy suave y equilibrada en la que el azul de la casita ("Mountain Mist", uno de mis preferidos) destaca precioso en medio de los suaves verdes y subrayado por sabios toques de granate.
Hasta el título, "Garden borders", (los bordes del jardín, los límites del jardín, las fronteras del jardín) me parece bonito y es que ya sabéis que para mí todo lo que contenga la palabra "jardín" resulta sugerente e interesante.
Ese jardín envuelto en preciosas guirnaldas de flores y en el que viven los tan apreciados mirlos, rodea y realza el encanto de la casa que, para mí, representará en este caso a la familia, a toda la familia como estirpe, porque este último bordado estará dedicado a todos los primos y primas, los Castañón y los Rodríguez, representados por las grandes iniciales bordadas a ambos lados del corazón y que son la generación que me acompaña de forma natural y que comparte conmigo la tarea de continuar y transmitir los apellidos y la herencia afectiva que hemos recibido.
Afortunadamente y quizá porque en la generación de mis padres los controles de natalidad eran más relajados, la lista de mis primos es bastante larga y aunque la vida nos ha llevado por muy distintos derroteros, conservo intacto el cariño que aprendí a tenerles desde niña, cuando compartíamos juegos y travesuras en el pueblo donde nacimos.
Siendo una de las mayores de ambas ramas familiares, he convivido más con los más próximos en edad, pero en el pueblo la vida transcurría en libertad, en las calles, en los campos, en el monte, en el río y, de forma habitual, íbamos todos "en rebaño", grandes y pequeños, porque en ese mundo infantil los límites solo los ponía la capacidad de correr con los demás, así que también de los pequeños guardo recuerdos alimentados con mucho cariño.
En una generación tan abundante, hay incluso algunos primos a los que (por haberse ido muy pronto a vivir lejos de Asturias) apenas conozco, pero son igualmente mi familia y no pierdo la esperanza de reencontrarlos.
Conservo un recuerdo maravilloso de mi niñez y de los juegos que compartí con mis mejores amigos de entonces, mis primos y primas y aunque en la actualidad nos veamos poco, yo sé que están ahí y que siempre nos tendremos los unos a los otros, porque todo lo que hemos vivido en aquel tiempo constituye un lazo de unión mucho más fuerte que las circunstancias que nos separan. De todos modos, estando todos repartidos acá y allá, las redes sociales han venido a echarnos una mano y nos permiten estar en contacto, manteniéndonos al día de las posibles novedades. No es lo mismo que sentarse a comer juntos y charlar, pero desde luego es mejor que la separación.
Por eso yo recomiendo a toda la gente de mi edad y "alrededores", que aprendan a usar internet cuanto antes y a utilizar con sentido común ese recurso al que se le puede sacar mucho partido, especialmente como forma de mantenernos unidos a nuestros seres queridos. Y no creáis que es poca cosa, porque la vida se va poniendo cuesta arriba y cada vez es más difícil tener cerca a todos los que queremos.
¡Pensad si no, qué sería de mí si la tecnología no me acercara a mis hijas y nietos!
Espero que a todos os haga feliz haber llegado a esta etapa y os animo a retomar las energías porque muy pronto tendreis noticias mías y quizá este verano nos toque coser a buen ritmo para que el otoño nos encuentre preparados con una amorosa manta para arroparnos.