BOLSO DE LANA Y CUERO
Supongo que no soy la única que se ha vuelto casi adicta al extraordinario bombardeo de imágenes que desde multitud de aplicaciones de internet llegan a nuestros ojos continuamente. Además de ser seguidora de un sinfín de blogs de personas creativas que admiro por razones muy diversas, Pinterest se ha convertido para mí en una fuente constante de inspiración, porque ese formato ágil, rápido, exclusivamente visual, que hace pasar como en una película continua miles de imágenes que quedan fugazmente grabadas en la mente, muchas veces me provoca deseos de hacer cosas, aunque luego mis deseos se enfríen y no terminen en nada práctico.
No ha sido así esta vez, porque la idea de este bolso nació en uno de esos ratos tontos en que me quedo hipnotizada viendo desfilar imágenes, un paseo por Pinterest que me movió rápidamente a ponerme manos a la obra. Tenía en casa muchas cosas que se podían aprovechar (paños de lana de mil colores, hebillas de bolsos viejos, restos de cuero de vidas pasadas, etc) y en ese instante de emoción pensé que podría hacerlo.
Claro que desde que yo decido hacer algo con restos hasta que lo consigo del todo, pueden surgir miles de incidencias porque, al carecer de patrones o indicaciones prácticas más allá de la mera imagen, mi cabeza va desgranado, en paralelo, ideas e inconvenientes, posibilidades y limitaciones y entre tanto dato como consigo revolver simultáneamente en esa batidora, a veces se vuelve casi imposible tomar la tijera en la mano y empezar a cortar.
Por eso, esta vez empecé muy lanzada y después la tarea se fue aplazando días y días, sin dejar de volver a ella cada cierto tiempo, llenando la mesa de cientos de posibilidades, coloca aquí, descoloca allá, hasta que abandoné con el pretexto de las vacaciones de Navidad.
Vino bien ese receso, porque al volver a las rutinas recordé el proyecto de bolso y entonces empecé realmente por el principio, como tendría que haber hecho antes: tomé mi cuaderno de apuntes, dibujé algunos croquis, hice cálculos, dibujé y a partir de ahí surgieron medidas, patrones y lista de necesidades y así todo se volvió mucho más fácil.
Y es increíble que ese procedimiento no pertenezca ya a mis rutinas de forma automática, porque sé perfectamente que mis trabajos solo son viables cuando recurro a ese proceso de pensar, escribir, dibujar y elaborar mentalmente antes de ponerme a hacer. Pero qué se le va a hacer, soy impulsiva, casi diría compulsiva y siempre quiero hacer las cosas para anteayer
En cuanto tuve clara la idea y sus dimensiones, fue muy fácil calcular todo lo necesario y enseguida descubrí que necesitaba una correa a juego con mis retales de cuero, un forro apropiado para las lanas que quería utilizar, un broche, en fin, que no era tan real aquello de que tenía de todo en casa. Claro que comprar también es un pasatiempo que me gusta mucho, así que eso no me costó ningún trabajo y con esos pocos complementos fue mucho más fácil emprender la tarea.
El bolso es de un tamaño que a mí me resulta muy cómodo para llevar cruzado en las ocasiones en que necesito las manos libres, como ir de compras, viajar, pasear a mi nieta, caminar y todo ello sin renunciar a llevar la cartera, el teléfono, las llaves y esos accesorios imprescindibles que se resumen bajo el epígrafe "por si acaso" y que van desde una navaja suiza multiusos, al cepillo del pelo, un tubo de gloss, las gafas de ver y de sol, la lima de uñas, bolígrafo, lápiz y yo qué sé lo que se me puede ocurrir. Pero vamos, "apretaito" cabe todo, eso sí, si hay que sacar algo, el problema es volver a ponerlo dentro.
Para ayudar a organizar el contenido, he colocado un par de bolsillos en el exterior y otros dos en el interior, con lo cual se consigue tener controladas y a mano las cosas más importantes y pese a su pequeño tamaño el bolso resulta cómodo y completo.
La tapa, cerrada con broche magnético oculto bajo una hebilla de adorno, abre y cierra cómodamente, de manera que el acceso a los bolsillos exteriores es rápido y fácil. Este sistema de cierre lo he copiado de otro bolso viejo que también me resultaba muy cómodo y además es fácil de hacer.
La verdad es que hoy en día es fácil encontrar en las tiendas todo tipo de materiales y accesorios para casi cualquier especialidad de artesanía, lo cual facilita que cualquiera con un poco de idea y algo de afición pueda entretenerse creando cosas, lo que considero una manera perfecta, no solo de ocupar el tiempo, sino, mucho más importante, de mantener la mente activa y despierta.
Me encanta trabajar con estas telas de lana, creo que son uno de los descubrimientos más alucinantes de mi nueva etapa de costurera aficionada y es que sirven para todo; solas o mezcladas con otros materiales, como protagonistas o como complemento de otras telas, ponen siempre un toque de calidad incomparable, por el precioso colorido, por la textura, por la facilidad de cuidados y mantenimiento, ya que se lavan y planchan sin problemas y además son deliciosas de manejar y coser.
En este bolso he mezclado tres telas diferentes, una en tono marrón chocolate de espiguilla fina adornada con ligeras rayas granate y otras dos de cuadritos que, en realidad, son como el mismo estampado en tamaños diferentes, que he colocado en los bolsillos exteriores, creando así un punto de interés y de originalidad sin perder la discreción del conjunto.
Los pequeños toques de cuero en tono natural tostado, cumplen la triple funcionalidad de adornar, reforzar y anclar los elementos de cierre y sujección. El asa se vende en bruto especialmente para hacer cinturones y el resto son partes de una bolsa vieja que fue a la basura, pero ha sido una suerte que ese color de cuero es muy utilizado y es fácil de conseguir. Y aunque los retales tienen una textura que imita a las pieles de reptil y el asa es lisa, no desentona en absoluto porque el color las unifica. Lo único que tuve que hacer fue perforar los agujeros en todo el borde del asa y otras piezas de cuero y hacerle un cosido de adorno y luego colocar con un martillo los remaches que sujetan el asa al cuerpo del bolso, nada que no se pueda hacer con herramientas comunes en cualquier casa.
Ahora comprendereis que cuando nos deshacemos de un bolso, sobre todo si es de buena piel, es muy interesante quitarle las correas, los herrajes y determinados accesorios que pueden llegar a utilizarse para un caso como este, incluso trozos de la piel que estén en buen estado. Suelen ser cosas fáciles de guardar en un rincón del cuarto de costura y nos pueden sacar de un apuro llegado el caso.
El forro es una tela japonesa de algodón en color chocolate y con una ligera textura y lo he armado con entretela adhesiva para que aguante mejor con los bolsillos interiores, hechos con la misma tela.
Para dar al bolso la rigidez necesaria, lo he forrado en su totalidad con guata de espuma semi-rígida, que se cose muy bien y aguanta perfectamente el uso, pudiendo recuperar su forma con la plancha si por cualquier circunstancia el bolso se aplasta o se deforma. Con el fin de proporcionar mayor estabilidad al conjunto y una tensión perfecta a la tela, he pegado la lana sobre la guata con pegamento textil en spray, de esta forma ambas cosas se comportan como un todo y el aspecto del bolso es mucho más profesional.
Ahora tengo que conseguir más retales de cuero porque tengo lanas suficientes para poner una tienda de bolsos y, como el resultado ha sido apetecible, tengo en mente varios regalos que se resolverán con uno de estos. Claro que, si no me doy prisa, llegaré tarde, ya que el invierno acabará antes de que yo termine los bolsos. Menos mal que en estas latitudes llegarán más inviernos y lo harán antes de lo que muchos deseamos.